viernes, 23 de noviembre de 2012


Jaime Avilés ¿Valió la pena morir por Calderón?

Felipe Calderón se va y deja un país en ruinas, un gobierno de cadáveres, un ejército derrotado y desmoralizado, un partido (el suyo) que jamás volverá a levantar cabeza y una estela de más de 100 mil muertos y decenas de miles de desaparecidos. Sin embargo, cumplió a cabalidad los compromisos que contrajo con Estados Unidos, España y los empresarios locales para llevar a cabo, en beneficio de ellos, todo lo que hizo en perjuicio de nosotros.
Calderón privatizó la industria del petróleo –tal como lo prometió en California en 2003–, consolidó el restablecimiento del virreynato, iniciado por Fox, al entregar todas las áreas estratégicas de la economía nacional a las empresas españolas, y al igual que su antecesor, no les cobró impuestos a los llamados “causantes mayores”, que son los 30 dueños de México, propiciando que 0.17 por ciento de la población concentrara en sus manos la mitad del dinero depositado en los bancos del país.
Sin permiso del Congreso, como lo marca la ley, declaró una guerra unipersonal y sacó al ejército a las calles para desatar la peor matanza padecida por los mexicanos desde la revolución de 1910, guerra que en amplias extensiones de nuestro territorio destruyó el tejido social, desmanteló el Estado nacional, sometió a las fuerzas armadas al poder corruptor de los cárteles y causó la muerte de una cantidad astronómica pero imprecisable de personas inocentes.
Con obsecuencia total, creó condiciones propicias para que el ejército, la marina, la policía federal, las policías locales y las diversas organizaciones del crimen organizado aplicaran, cada cual a su aire, una estrategia de terror en contra de cientos de miles de trabajadores de América Latina y el resto del mundo que intentaron pasar por México para llegar a Estados Unidos.
Al forjar este “tapón” de sangre, tortura, extorsión, violencia sexual, secuestro y ejecuciones y enterramientos masivos para entorpecer el flujo migratorio hacia la frontera norte, cometió un crimen de lesa humanidad que, junto con el genocidio en contra de la población nativa, lo hace digno de ser juzgado por la Corte Internacional de La Haya y condenado a cadena perpetua en una celda de exterminio.
Será difícil que otro pelele de los gringos y los gachupines concite un odio tan grande y vivo como el que despertó Calderón entre sus “gobernados”. Sin autoridad moral, permitió que todos los pudientes a su alrededor cometieran los peores abusos y crímenes y nadie fue castigado por ello. Si el sistema de justicia era una casa de putas ya desde tiempos inmemoriales, después de Calderón lo seguirá siendo pero con todas las chicas del burdel cubiertas de chancros, furúnculos, pústulas y treponemas.
Pese a todo, Calderón se irá con una firme esperanza, una sola, mas no pequeña ni desdeñable: la esperanza de que quien lo sucederá en el cargo será mucho peor que él, así como él fue peor que Fox, y Fox peor que Zedillo, y Zedillo peor que Salinas, y Salinas peor que De la Madrid, y De la Madrid peor que López Portillo, y López Portillo peor que Echeverría, y Echeverría peor que Díaz Ordaz, y Díaz Ordaz…
Hace unos días propuse una encuesta en Twitter: “¿cómo crees que morirá Felipe Calderón?”. La pregunta era por supuesto capciosa, pues lo que pretendía averiguar es cómo los ciudadanos desean que termine sus días en el mundo, aquel que en el colmo de la irresponsabilidad y la megalomanía se atrevió a pronosticar que en su guerra contra el narcotráfico –que en realidad fue contra el pueblo y fortaleció como nunca a los cárteles– “se perderán vidas inocentes, pero valdrá la pena”.
Aunque ayer prometí que en este Desfiladerito comentaría las reacciones de los medios a la elección de Martí Batres como presidente de Morena, la verdad es que éstas fueron tan escasas y pobres y predecibles, que da caviar (hueva, pues, de esturiones) referirse a ellas. A lo sumo, vale decir que para nuestros opinadores Martí será un pelele de AMLO y que las ideas filosóficas del nuevo libro de AMLO llevan a nuestros agudos críticos a vaticinar que el nuevo partido político será una organización religiosa.
Bajo la guía de mentes tan brillantes y el escrutinio de una prensa tan objetiva, nuestro Mexico no tendrá más remedio que seguir… hundiéndose, una razón más que suficiente para estar hoy también en Twitter, en la cuenta @Desfiladero132.
Jaime Avilés

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