Serenidad
El día de ayer, el señor Gómez Leyva, en su artículo de Milenio ¡Sí, son los muertos de Calderón![i], cuestionó enfáticamente la postura de Rubén Aguilar, a propósito del libro que escribió con Jorge Castañeda Los saldos del narco, el fracaso de una guerra, porque le parece que es una especie de vía fácil para juzgar el desempeño del señor presidente Felipe Calderón en el rubro de combate al crimen organizado.
Excluye de esta apreciación, las propuestas del capítulo final, que califica como inteligentes y seductoras…”supongo que ahí Rubén se serenó”.
La serenidad es, entonces, la premisa que subyace en el planteamiento del columnista de Milenio, en relación a los juicios y ponderaciones de este sexenio, considerado hasta ahora como el más sangriento para el ejercicio del periodismo en México.
Es un caso de estudio la postura de algunos profesionales de los medios de comunicación en México, sin duda. Siguiendo la línea de pensamiento del señor Gómez Leyva, juzgar esta guerra y sus consecuencias con la frase Los muertos de Calderón, es una salida fácil.
¿Lo es? Me parece más fácil apelar a la serenidad para analizar esta cuestión. Sin embargo, hagamos el ejercicio y pidamos entonces serenidad…
A Javier Sicilia
A Humberto Moreira
A Alejandro Solalinde
A los familiares de Eligio Ibarra Amador, empresario quemado vivo por denunciar plagio y extorsión en contra de 10 agentes de la policía federal
A Guillermo Félix Guerra, quien al exigir justicia por el asesinato de su hijo, fue señalado como criminal por la PGR
A Ignacio Valle
A Jacinta Francisco Marcial
A Alberta Alcántara
A los familiares, amigos y colegas de la periodista veracruzana Regina Martínez
A los familiares, amigos y colegas de los 45 periodistas asesinados durante la gestión del señor presidente Felipe Calderón, según Artículo 19[ii]
A todos los profesores mexicanos que votaron en 2006 por el PAN, buscando apoyo para elevar la calidad educativa más allá del discurso, transparentar las cuotas sindicales y enfrentar los cotos de poder gremiales en los virreinatos estatales y se encontraron con que el señor presidente cedió a la lideresa magisterial el ISSSTE, la LOTENAL y la subsecretaría de educación básica de la SEP (para su yerno), es decir, la hizo más poderosa que antes, para luego lavarse las manos diciendo: “son los profesores los que eligen a sus líderes”
A todos aquellos que pensaron que la transición significaba dejar atrás los modos y las modas priistas, en lugar de simplemente cambiar de nombre en el discurso, pero perpetuar los añejos modus operandi de los dictadores constitucionales
A quienes creyeron que en México existe la justicia, independientemente del status socioeconómico y se dieron cuenta que no solamente no existe, sino que está sujeta a negociaciones políticas y los implicados son considerados monedas de cambio por aquellos que tienen la obligación de velar por sus garantías.
A los indignados, que ven cómo son cooptados algunos de sus representantes, por aquellos que tienen la posibilidad de comprar vidas, destinos y hasta sillas presidenciales.
Y un llamado especialmente enfático a la serenidad, a todos aquellos que se enfrentan al aparato del poder sin la protección de que gozan los textoservidores, políticos de turno u operadores de los diferentes partidos y asociaciones que protegen intereses más allá siquiera de nuestra imaginación.
Por cierto, a propósito del triunfo de Obama, no son pocos los periodistas que han hecho énfasis en la postura democrática de Romney, pero olvidan que la democracia no es una fiesta del té y paradójicamente, tachan de antidemocrática cualquier postura opuesta a lo que ellos consideran justo y ético.
En cualquier caso y sólo para hacer historia, recordemos que el primero en admitir la historia del triunfo espurio fue el mismo señor presidente Felipe Calderón, quien pagó con creces la versión que le vendió la lideresa magisterial, a la que hizo prácticamente intocable.
Esa serenidad a la que apelan algunos periodistas para juzgar la labor del ejecutivo, cuando se trata de rendir cuentas de “errores” traducidos en vidas humanas, deberían aplicarla también cuando del ex candidato de las izquierdas se trata y de quien ha dicho que "está acabado" y que es "un cobarde".
En fin, nadie puede dar lo que no tiene.
¿Usted qué opina, estimado lector?
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