sábado, 2 de febrero de 2013


Escudo Centro
Bernardo Bátiz V.
E
l gobierno de la ciudad de México impulsó un proyecto de colaboración en materia de seguridad con la federación y los estados cercanos a la capital, que son también los mejor comunicados con ella, para prevenir que el llamado crimen organizado, que campea por sus fueros en todo el país, acabe por instalarse en esta metrópoli que aún goza de bastante seguridad, en comparación con otras entidades, a pesar del estallido singular y extraño en la torre de Pemex.
Esta bien prever, pero también conviene analizar los porqués de esta situación relativamente privilegiada de nuestra capital; enumero algunos datos que explican y también indican rumbos. En primer lugar aquí hay una fuerza policíaca de unos 80 mil elementos, que comprende a las policías Preventiva, Bancaria e Industrial y Auxiliar, todas ellas capacitadas con programas en los que se incluyen materias propias para combatir a la delincuencia, pero también lo elemental sobre derechos humanos.
La policía investigadora, dependiente del Ministerio Público, cuenta con unos 4 mil agentes, que en su gran mayoría han ingresado al servicio por medio de una selección y un curso especial que deben aprobar, impartido por el Instituto de Formación Profesional de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal; organismo que ha mejorado constantemente y por ello ha merecido reconocimientos oficiales de validez de estudios e imparte ahora a los aspirantes a investigadores varias carreras técnicas y licenciaturas.
Además, la ciudad tiene para su vigilancia la más extensa batería de cámaras de video que inhiben el delito y si este se comete, proporcionan elementos de prueba a las investigaciones; cuenta también con un parque vehicular suficiente y armas que no van a la zaga de las empleadas por la delincuencia.
Todo esto para cuidar el orden y la seguridad de los ciudadanos y para perseguir los delitos cuando se cometen, con eficacia y buena coordinación, sin menoscabo por abusos esporádicos y errores humanos.
Hay que agregar que el aparato preventivo e investigador de hoy es la continuación de una larga trayectoria institucional sin rompimientos bruscos con motivo de los cambios de gobierno; la buena tradición abarca también el concepto de prevención del delito, que va a las causas profundas que lo originan; la delincuencia no brota de la nada ni surge por generación espontánea, hay caldos de cultivo que la propician y facilitan.
El actual gobierno no sólo da continuidad, sino mejora acciones de atención social y programas que atenúan la desigualdad y la falta de equidad que el sistema produce; hay ejemplos y es notable la rápida respuesta preventiva que no deja al azar lo que pueda acontecer, como el control de antros para evitar tragedias y el cambio de armas de fuego por computadoras, enseres domésticos o efectivo, todo ello adelantándose a los acontecimientos.
Se trata de acciones de gobierno que van un paso adelante y no son sólo reacción a lo ya sucedido; hay presencia de funcionarios públicos en las calles, atención telefónica para casos urgentes, proyectos novedosos de salud con horarios más amplios y se mantienen los ya conocidos programas sociales de adultos mayores, becas, apoyo a madres solteras y a discapacitados.
Esto es, se cuenta con el aparato preventivo y el equipo investigador y persecutor de los delitos, el Poder Judicial hace su parte, pero lo fundamental es que se atacan las causas y no solo los efectos de los actos ilegales; el Escudo Centro puede ser una buena herramienta que blinde –como se dice hoy– a la capital y a su zona conurbana de la llegada y proliferación de maleantes; solo una consideración: ojo con el operativo carretero, cuidado con los abusos y malos tratos a pasajeros y automovilistas y principalmente cuidado con las malas compañías. Mi abuela (del siglo XIX) decía: El que con lobos anda, a aullar se enseña.

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