La ex gobernadora zacatecana, Amalia García, se reunió dos veces con el gobernador electo Miguel Alonso Reyes durante el periodo de transición. Eso se cuenta. En el primer encuentro, la perredista ocupó la mayor parte del tiempo en regañar a su sucesor, según algunos colaboradores de ambos que estuvieron cerca. En la segunda, exigió que la Contraloría Interna, esa que ahora la acusa, le fuera entregada a un perredista, dado que el PRD era la segunda fuerza política en la entidad. Quizá desde ese momento sabía que sus pesadillas futuras tendrían que ver con las cuentas que revisaría esa oficina, que para mala suerte de la ex gobernadora, quedó en manos de Guillermo Huízar, un hombre muy cercano al senador Ricardo Monreal, su acérrimo enemigo político. Pero lo de Zacatecas llevaba de por sí ese destino torcido. La entidad está dividida en tres o más fuerzas con poder similar, lo que no sólo complicará el retiro en paz de Amalia, sino del mismo gobierno de Miguel Alonso Reyes.
El gobernador de Colima, Mario Anguiano Moreno, va a terminar en un manicomio, en el mejor de los casos, si no se pone de acuerdo con su procurador. Y en el peor, puede meterse hasta en problemas legales o de gobernabilidad. Vayamos por partes: el lunes, el procurador Arturo Díaz Rivera dijo que la muerte del ex gobernador, Jesús Silverio Cavazos no tenía ninguna vinculación con el narco. El martes, Anguiano contradijo a su fiscal, ya que sí veía relación con el hampa. Pocas horas después, “reconsideró” en términos institucionales, aunque mantenía su “visión personal”. Ahora, con respecto al doctor Mario Eduardo Robles Gil Bernal, quien fue baleado por error por la policía estatal colimense, primero se informó oficialmente al mandatario y éste a su vez lo hizo público, que el desafortunado incidente ocurrió mientras reinaba la confusión y en la vía pública. Ahora resulta que siempre no, que los policías le mintieron al mandatario, que ayer no tenía otra opción que dar la cara, reconocer la pifia y decir que el doctor falleció en el jardín de su casa. De plano, para el manicomio.
El secreto más celosamente guardado del gobierno mexicano en este momento es la lista de los presidentes que asistirán a la Cumbre COP 16 contra el cambio climático en Cancún. No crea que la resistencia de la Cancillería a informar quiénes son los mandatarios que vendrán a la reunión tiene que ver, como argumentan siempre, con razones de seguridad. El motivo del silencio es que se pueden contar con los dedos de las manos el número de presidentes que han confirmado su asistencia a la cimera sobre cambio climático. Nos aseguran que, anticipando resultados anticlimáticos (nunca mejor dicho) ninguno de los líderes que pesan en el tema vendrá a Cancún y que en su lugar enviarán a sus ministros de medio ambiente o cancilleres.
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