Llama poderosamente la atención la quietud al borde de la ataraxia filosófica que China ostenta más frente a la inocultable derrota de la otrora superpotencia unipolar que ante su óptimo posicionamiento en el largo plazo en el tablero de ajedrez mundial.
Ante todo, vale la pena una pregunta metafísica: ¿Tiene salvación Estados Unidos?
Respuesta categórica: no.
No es ningún sarcasmo cruel, pero Xia Bin, connotado economista y miembro del Comité Monetario del Banco del Pueblo de China (su banco central), en una entrevista con The People’s Daily (26/11/10), sugirió en forma muy seria tres soluciones para salvar la economía estadunidense: 1. Recortar su gasto militar. 2. Vender su oro. 3. Vender su alta tecnología... a China.
Con una deuda impagable que anda en 600 por ciento (¡así, con tres dígitos!) en proporción a su PIB, según el célebre reporte del banco suizo Wegelin (ver Bajo la Lupa, 21/10/09 y 8/9/10), la otrora superpotencia unipolar se encuentra en insolvencia, sin contar el agujero negro de sus derivados financieros –los ominosos hedge funds y los CDS (credit default swaps que apuestan aviesamente a la quiebra ajena de los países)– que operan hoy más frenéticamente que antes del 15 de septiembre de 2008 (hito de la quiebra oficial de la globalización financierista neoliberal) y equivalen virtualmente a 15 veces el PIB global.
No existe dinero humano que alcance para salvar a Estados Unidos de su insolvencia real y virtual.
Dejaremos de lado la imposibilidad humana de una salvación, ya no se diga una redención de la otrora superpotencia unipolar, hoy en decadencia acelerada, y pese a ello desmenuzaremos para beneficio del análisis la viabilidad de las propuestas del economista chino Xia Bin.
En su exordio, Xia Bin fustigó con justa razón la impresión masiva de dólares por la Reserva Federal (el efecto Bernanke) como apuesta de casino, ya que no estimulará el desempleo ni las exportaciones estadunidenses.
A su juicio, el dólar, la mayor divisa de reserva global, se encuentra fuera de todo control y su irresponsable impresión masiva ha contribuido no solamente en la crisis financiera global, sino también a socavar tanto la fortaleza del billete verde como de su economía en el largo plazo.
Culpó a Estados Unidos, también con justa razón, de ser el responsable de la presente crisis financiera global al haber creado burbujas bursátiles con excesivo dinero fácil, por lo que debía dedicarse a resolver su doble déficit de cuenta corriente y de cuentas de capital mediante la triple solución que propone.
En primer lugar, pese al desvanecimiento de su poder, es necesaria la reducción del gasto militar de EU, lo cual le ha permitido invertir pesadamente (sic) en su presupuesto militar y jugar un papel relevante en la estabilidad global y geopolítica.
No especifica ni sugiere monto alguno.
De acuerdo con SIPRI (junio 2010), el gasto militar estadunidense asciende a más de 663 mil millones de dólares (4.3 por ciento de su PIB), frente al segundo lugar, China, con menos de 100 mil millones (2.5 por ciento de su PIB). En forma anómala, los más de 663 mil millones de dólares de gasto militar de Estados Unidos equivalen al gasto del restante de los países en su conjunto.
En realidad, el gasto militar estadunidense representa el doble –es decir, 8.6 por ciento de su PIB–, ya que muchos gastos son escondidos contablemente detrás de rubros de investigación universitaria y extracurricular.
¿Cuántas de las 865 bases militares (ver Bajo la Lupa, 16/8/09) estará dispuesto a desmantelar Estados Unidos –incluido su centro de espionaje en Paseo de la Reforma 265 (no confundir con el Edificio Omega de Paseo de la Reforma 435, presunta sede diplomática de los servicios secretos de Israel)? ¿Qué porcentaje de sus casi 1.33 millones de millones (trillones en anglosajón) de dólares dejarán recortar sus poderosas fuerzas internas de interés?
Tampoco el recorte militar es una cifra impactante cuando se compara la más reciente impresión de billetes por más de 600 mil millones de dólares: el segundo efecto Bernanke.
En realidad, todo el gasto militar de Estados Unidos, el visible y el oculto, equivale al doble del más reciente efecto Bernanke. No da para tanto, para salvar a EU.
Bob Gates, secretario del Pentágono a punto de abandonar el barco que dirige Obama, ha intentado reducir en forma infructuosa el dispendio del gasto militar en algunos rubros (como el mirífico avión JSF).
El problema nodal radica en la bidireccionalidad del gasto militar con las cotizaciones en la bolsa de valores de las principales trasnacionales de Estados Unidos. De ahí que los banksters (banqueros gangsteriles) de Wall Street y sus émulos de la city alienten desesperadamente una guerra mundial que no desean sus militares y que primero dudamos que ganen. Segundo, resuelva su agujero negro bursátil de los derivados financieros.
La segunda propuesta de Xia Bin versa sobre la venta de reservas oficiales de oro de Estados Unidos, que poseería más de 8 mil toneladas. Si EU desea mayor capital para su recuperación económica sin incurrir en mayor déficit fiscal, entonces lo óptimo sería vender parte de su oro. No especifica ni sugiere cantidad alguna.
Aún vendiendo todo su oro, hoy a casi mil 400 dólares la onza, Estados Unidos no salva su alma de los avernos financieros.
Se nos pasaba: ¿dispone tangiblemente de 8 mil toneladas de oro cuando el representante texano por el Partido Republicano Ron Paul, padre de Rand, uno de los principales líderes del Partido del Té, ha reclamado una auditoría de las tenencias auríferas de la muy mendaz Reserva Federal para verificar sus asertos probablemente inventados (ver Bajo la Lupa, 1/9/10)?
Y si Estados Unidos no poseyera la cantidad de oro que pretende ostentar, ¿qué propone Xia Bin como alternativa? ¿La venta de la luna, que no es propiedad estadunidense?
La tercera propuesta de Xia Bin suena interesante cuando Obama pretende duplicar las exportaciones en los próximos cinco años para requilibrar su balance comercial, un sueño guajiro que ha sido desechado por los mismos economistas estadunidenses, a quienes ha faltado agregar la enorme salvedad de Xia Bin: EU posee gran cantidad de tecnologías avanzadas que rehúsa vender por razones de seguridad.
Los chinos suelen ser muy bondadosamente ingenuos o refinadamente perversos, y Xia Bin no es la excepción cuando asesta que la llave es que Estados Unidos debe confiar (¡súper sic!) en que el ascenso de China es pacífico, después de que los dos países hayan construido una mutua confianza estratégica, lo que pudiera hacer posible que Estados Unidos exporte sus productos de alta tecnología a China.
¿Cuántas y en cuánto estará inclinado Estados Unidos a vender sus tecnologías avanzadas?
No faltarán algunas gangas de la presente tecnología estadunidense en maduración terminal (satelital, misilística, nuclear e informática) que China compre a precios de remate, pero suena muy temerario que se haya atrevido a solicitar la tecnología avanzada estadunidense –que inferimos versa desde la nanotecnología, pasando por la robótica, hasta el HAARP, proyecto militar de ondas de alta frecuencia aplicado a la parte inferior de la atmósfera.
Por vías laberínticas, Xia Bin prácticamente pide con una exquisita suavidad la claudicación tecnológica de Estados Unidos –para no decir su rendición sin condiciones–, por lo que es más factible que la otrora superpotencia unipolar prefiera aventurarse a una enésima guerra mundial, a sabiendas que la va a perder, que a ceder el último arsenal que le queda: su I&D de ensueño.
¿Acabará maltratando China a Estados Unidos como esta última ha lastimado sin piedad a México desde 1836?
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