Durante la gestión de la perredista Amalia García, ex gobernadora de Zacatecas, se “perdieron”, o fueron desviados, mil 500 millones de pesos, según las primeras indagaciones del contralor interno en ese estado. Sería impensable tal acusación, desde las propias instituciones de la entidad, sin recordar que el PRI es quien ahora gobierna Zacatecas y realiza el balance de las cuentas.
Se trata de una lección que corrobora a la ciudadanía la importancia de la alternancia en el poder. Pero también llama la atención sobre el hecho de que sólo de esa manera pueden funcionar las autoridades que vigilan los recursos públicos, y únicamente cuando el evaluado es el contrincante político.
Los gobiernos estatales son, junto con las cámaras legislativas, los campeones de la opacidad y el derroche de recursos públicos. Se sabe de antaño. En la última década, el presupuesto para los gobernadores ha aumentado año con año sin que a ello correspondan reglas más estrictas de transparencia y rendición de cuentas. Por eso es más difícil revelar casos de corrupción en una gubernatura que en el gobierno federal.
Los defensores de ese conveniente federalismo argumentan que no hacen falta más controles desde el centro del país debido a que ya existen órganos de fiscalización dentro de los propios gobiernos estatales. El problema es que esos institutos suelen estar cooptados por los gobernadores, igual que los congresos locales, las comisiones estatales de derechos humanos y las oficinas de transparencia.
Ante semejante muro de opacidad y autoritarismo es que resulta tan importante que la Contraloría Interna de Zacatecas exponga en dónde existen derroches y posibles actos de corrupción de la administración estatal pasada.
Por supuesto, hay que considerar la defensa de la ex gobernadora y la de otros ex funcionarios involucrados. Sin embargo, el solo hecho de que la discusión exista —con cifras y documentos de por medio— beneficia a nuestra endeble democracia. Ahora hay que preguntar: ¿dónde están las contralorías de los demás gobiernos estatales? ¿Acaso las arcas permanecieron impolutas en las gestiones pasadas?
En las semanas que vienen otros gobiernos, como los de Oaxaca y Puebla, tendrán alternancia luego de varias décadas de dominación de un único partido. Esperemos que los gobernadores entrantes no hayan pactado ya el silencio frente a lo que encuentren.
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