Emocionados, al borde del llanto, sin palabras para reconocer la inmensidad de su gobierno, millones de mexicanos –por no decir todos, ya que el personaje en cuestión es modesto– no perdieron detalle del humilde discurso del inquilino de Los Pinos en el espontáneo acto dominical en el Auditorio Nacional, por medio del cual apretadamente presentó su inventario de grandes victorias, de colosales logros en apenas cuatro años de estancia en la residencia oficial, los cuales, junto con los alcanzados por Vicente Fox durante su sexenio, han permitido a México acumular una segunda década perdida en sólo 30 años.
Uno de los tópicos retóricos del inquilino de Los Pinos que más captó la atención del respetable fue el relativo al ingreso. Dijo el modesto personaje: la inflación destruyó durante décadas el patrimonio de los mexicanos y acabó con el poder adquisitivo del salario. Sólo por la inflación, el salario mínimo en México perdió casi 80 por ciento de su poder adquisitivo en la década de los 80 y 90. Los gobiernos democráticos no sólo hemos frenado la pérdida del poder adquisitivo del salario, sino que, incluso, el poder adquisitivo del salario mínimo en México, como ha crecido más que la inflación, ha podido recuperarse en términos reales y en términos nominales, por primera vez en 40 años en el país. Y eso ha sido gracias a que hemos sido responsables. Gracias a que cuidamos a México, porque hemos tenido una inflación, en toda la década, de 4.3 por ciento, en promedio en el país (el Banco de México asegura que ha sido 5.5 por ciento como promedio anual en ese mismo periodo).
De inmediato, los atentos mexicanos que seguían el discurso de Felipe Calderón buscaron y buscaron en sus bolsillos para constatar que el susodicho decía la verdad, mientras el modesto inquilino de Los Pinos continuaba: hoy tenemos la inflación más baja en los últimos 40 años. Pero con la llegada del PAN que no se come a la residencia oficial todo cambió, para bien, desde luego (versión oficial), toda vez que el poder adquisitivo del salario comienza a recuperarse, como aseguró el irremediablemente exitoso gobernante.
Eso dijo, pero, como siempre, no falta quien pretende apestar las sólidas victorias de saliva del inquilino de Los Pinos. Tal es el caso del reconocido Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM, el cual no sólo cuestiona el frenesí retórico de Felipe Calderón, sino le pone números reales a la situación: el precio de la canasta alimenticia recomendable (CAR) se ha incrementado más de 104 por ciento durante el autodenominado gobierno del para vivir mejor, contra 17.33 por ciento de inflación (ambas cifras al cierre de agosto de 2010).
Retórica contra hechos concretos. Subraya el CAM: la caída en el poder adquisitivo durante el gobierno de Felipe Calderón sigue siendo mayor que la sufrida en todo el sexenio de Miguel de la Madrid y de Carlos Salinas de Gortari. Los discursos no sustituyen a la realidad que enfrentan diariamente las amas de casa, los trabajadores del campo y la ciudad. Se ha dado una caída en las condiciones de vida de los trabajadores similar a la sufrida en la llamada década perdida (la de los años 80 del siglo pasado), mostrando así un retroceso. De continuar la tendencia en la pérdida del poder adquisitivo, el salario mínimo presentaría una pérdida histórica mayor a la registrada en el sexenio de Ernesto Zedillo, que fue de 51.1 por ciento, y podría alcanzar el 62 por ciento, la más profunda desde los años 40 del siglo pasado.
De acuerdo con los resultados de su investigación, el CAM precisa que del primero de diciembre de 2006 al 15 de agosto de 2010 el precio de la CAR pasó de 80.83 a 165.15 pesos, acumulando un incremento de 104.32 por ciento. En igual periodo, el salario mínimo pasó de 48.67 a 57.46 pesos, un aumento de sólo 17 por ciento, de lo que resulta una pérdida acumulada del poder adquisitivo del salario sólo en el rubro de alimentos de 42.22 por ciento, sin tomar en cuenta el avance en otros renglones como servicios, gas doméstico, renta, aseo personal y del hogar, en los tres primeros años del gobierno de Felipe Calderón, lo que es notorio en los bolsillos de los mexicanos. Si se suma la pérdida del poder adquisitivo del salario en alimentos y servicios, la pérdida acumulada en el poder adquisitivo de los trabajadores es de 46.7 por ciento.
El primero de diciembre de 2006 el salario mínimo era de 48.67 pesos diarios (área geográfica A) y el precio de la canasta alimenticia recomendable de 80.83 pesos, de tal suerte que con ese ingreso se podía comprar 60.21 por ciento de la CAR. Para el 15 de agosto de 2010 con un salario mínimo diario de 57.46 pesos y un precio de 165.15 pesos de dicha canasta, únicamente se adquiría 34.79 por ciento, con lo que las familias trabajadoras en México adquieren hoy menos alimentos que al comienzo del actual gobierno, lo que ha implicado el incremento de la pobreza en el país.
Para redondear, el CAM ejemplifica con lo siguiente: el primero de diciembre de 2006 los trabajadores tenían que laborar 13 horas 17 minutos para adquirir íntegramente la canasta alimenticia recomendable. Para el 15 de agosto de 2010 tenían que trabajar 23 horas. Actualmente para acceder únicamente a la CAR con un salario mínimo el trabajador y su familia tienen necesariamente que sumar jornadas laborales diarias de más horas para sobrevivir. Y es que con el actual nivel del salario mínimo, la población con un ingreso de entre cero y dos salarios mínimos suma más de 20 millones de personas, 42.65 por ciento de la población económicamente activa. Muestra clara de los efectos de la política gubernamental en materia laboral es el incremento de las malas condiciones laborales y de la pérdida del poder de compra de la población en general. El actual proceso de despojo que sufre la población, con los bajos salarios, se muestra día a día en la mesa de su hogar.
Pero Calderón es feliz, y se niega a bajarse del carro alegórico.
Las rebanadas del pastel
En febrero de 2009 Vicente Fox reconoció que en su sexenio no fue él el mero preciso, porque yo le encargué la oficina a alguien por seis años, la oficina ahí en Los Pinos. Felipe Calderón siguió su ejemplo, y también dejó encargada la tienda para clavarse en la grilla electoral. Qué bien, pero el problema es que se la encargaron al mismo güey, porque el resultado calderonista es igual de desastroso que el foxista.
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