Como toda tragedia, la explosión del oleoducto de Pemex en San Martín Texmelucan, Puebla, del pasado domingo, pudo no haber sido producto de una sola causa sino de variados factores. Se mencionó primero como posible causa la “ordeña” ilegal de hidrocarburos, en vista de los antecedentes del ilícito en la zona. Pero conforme pasan los día aparecen otros probables detonadores, como el mal mantenimiento y obsolescencia de los ductos, así como una mala relación de la paraestatal con los pobladores del municipio. Todo lo cual va configurando un complejo panorama de desatinos que pudieron ir empedrando el camino a la explosión.
Mientras no concluyan los peritajes no se puede descartar ninguna posibilidad. Aun así, se debe dejar constancia de que, haya sido determinante o no en los eventos del domingo, existe un innegable problema de inversión en Pemex, que tiene una endeble red de ductos que atraviesa el país, con 35 años o más de antigüedad, muchos de los cuales ya perdieron la profundidad reglamentaria para ser medianamente seguros y presentan fugas. Eso pasó en Texmelucan.
De acuerdo con los documentos que publica este diario el día de hoy, en el año 2008 el alcalde Eluid Alonso Morales reportó que el oleoducto presentaba peligrosas grietas. Pemex reconoció el problema, pero se quedó esperando un derecho de paso que tenía que extender el municipio, para que los trabajos se llevaran a cabo. La población no quería la presencia de trabajadores de Pemex bajo el argumento de que no aportaban beneficio alguno a la zona. Mala decisión.
Así, entre fugas de crudo, tomas clandestinas y rechazo social, Pemex abastece de hidrocarburos al país. Tan desequilibrado esquema tiene qué cambiar. Comienza por la inversión para mantenimiento y seguridad. Pero para eso hacen falta recursos que bajo el actual régimen fiscal que rige a la paraestatal es imposible. Se mantiene el absurdo de que, siendo una de las empresas productoras más grandes del mundo, carece de recursos para reinvertir y modernizarse, lo que se refleja en pérdidas por accidentes y delitos.
Ni el Ejecutivo federal ni el Congreso le han entrado a fondo a ese tema, que es vital para el futuro de la industria que genera más divisas para la nación. Las reformas fiscales a Pemex planteadas hasta ahora, o recomiendan privatizarlo por completo, o buscan fortalecerla como monopolio estatal, sin concesión alguna. Urge debatir a fondo el tema; seriamente, y sin prejuicios ideológicos de ningún signo.
Por lo que hace a los acuerdos de Pemex con las comunidades donde trabaja, el caso de San Martín Texmelucan es representativo de la falta de gestión social para trabajar de la mano con la sociedad. Se necesita trabajar mejor el punto de la sensibiliad social.
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