Pocas veces son las que Andrés Manuel López Obrador habla de sí mismo o de sus intereses personales. El domingo pasado, más de 150 mil personas fuimos testigos de cómo abrió su corazón para confesar que es un hombre de convicciones, un hombre de fe.
MORENA no es sólo un hombre, la gran organización que se ha conseguido en los últimos meses es fruto del trabajo de miles de mexicanos. Sin embargo, si no fuera por el gran líder que lo guía, el Movimiento no avanzaría tan rápidamente.
Las convicciones de Andrés Manuel molestan a "periodistas" y contrincantes porque los hombres y mujeres que hacen de un ideal su forma de vida son muy pocos en realidad. Defender principios no es algo que se les facilite a los “grandes señores” pues para ello se requiere anteponer el bien común al personal y hacer muchos sacrificios pero ante todo, es necesario vivir con dignidad.
López Obrador es un hombre de fe, sin titubear acepta que confía. Él tiene ilusiones, mantiene la esperanza en que hay algo mejor que ofrecer al país. Si fuera de otra manera, ya se hubiera rendido ante tantos y tan diversos obstáculos.
Está muy claro que dentro de sus intereses el dinero no figura. Basta ver cómo y dónde vive. Es un hombre sencillo en su andar y en su forma de vivir. Pacífico hasta el punto en que algunos piensan que no debería de serlo en adelante.
Si el poder representara su máximo propósito, Elba Esther hubiera pisado su oficina en el 2006 con millones de pesos bajo el brazo y el 2 de julio miles de corruptos bajo el mando de la maestra hubiesen vigilado las casillas electorales a favor de Andrés Manuel y la Coalición "Por El Bien De Todos".
Creer ciegamente en alguien no tiene mérito alguno. Yo creo en Andrés Manuel López Obrador cuando lo veo a los ojos y oigo su discurso perfectamente sincronizado con su existir. Creeré en él mientras sea así. Confiaré en él mientras los intereses del Movimiento y de todos los mexicanos sigan siendo su objetivo principal.
El Proyecto de Nación que defiende se sostiene gracias a millones de manos dispuestas a darle vuelta a México para echarlo a andar de nuevo.
El líder no está solo, nosostros tampoco.
Vamos caminando juntos y sembrando la semilla que más temprano que tarde dará frutos.
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