Cuando, hace un par de meses, mi hijo Federico Manuel Arreola García acudió a la oficina de Carmen Aristegui a proponerle un proyecto (dar a conocer estadísticas sobre Twitter y redes sociales) para difundirlo en su noticiario de MVS Radio, quedó impresionado por la capacidad de esta periodista, no solo para entender con rapidez la propuesta, sino para modificarla y mejorarla enormemente en los primeros diez minutos de la charla.
Hace más de un año, cuando Federico Manuel acudió al despacho de Carmen Lira para proponerle encartar el diario español Público en La Jornada, se sorprendió por la habilidad de la directora de este diario mexicano, Carmen Lira, una mujer que, también en minutos, mejoró muchísimo la idea que Federico y los editores ibéricos habían desarrollado durante semanas.
Menciono lo anterior porque he estado leyendo en la prensa española no pocos comentarios acerca de lo extraordinariamente bueno que resulta que una mujer, Jill Abramson (57 años de edad, neoyorquina), sea la nueva directora de The New York Times.
Lo que se dice de ella es justo, sin duda: “La llegada de Abramson es una gran noticia. Punto de inflexión, y, esperemos, catalizador. Creo que se necesita alcanzar una masa crítica de mujeres para que la diversidad se dispare. Si alguien puede cambiar algo, ella tiene algunas cualidades”.
En México tales comentarios no se han presentado o, al menos, no con tanta vehemencia como en España. ¿Por qué? Porque desde hace años los dos principales espacios periodísticos mexicanos los dirigen mujeres: Carmen Lira el diario La Jornada, el más importante en nuestro país, y Carmen Aristegui su propio noticiario en MVS Radio, líder absoluto particularmente en credibilidad.
Los varones que dirigen otras publicaciones y productos periodísticos electrónicos están muy lejos de la influencia de las dos mencionadas señoras, tocayas además.
Se entiende la conmoción que el nombramiento de Jill Abramson ha causado en el mundo periodístico de España: en el país todavía gobernado por el PSOE es impensable que una mujer ocupe el más alto cargo en una empresa periodística de referencia. Se entiende también que en México haya llamado mucho menos la atención la llegada de una mujer a la dirección del New York Times: entre nosotros dos mujeres manejan buena parte de la información, sobre todo la de mayor calidad.
Hay muchas más mujeres importantes en los medios, por fortuna. Como Arianna Huffington, la creadora del diario digital The Huffinngton Post, o Tina Brown, de The Daily Beast. Antes de ellas, Katherine Graham fue la editora de The Washington Post.
El hecho, en fin, es que en México, donde casi nunca tenemos nada para presumirlo en el mundo, no resulta ninguna novedad que dos mujeres, las Cármenes, Lira y Aristegui, sean las líderes en el periodismo. Lo han sido durante varios años y espero que lo sigan siendo durante muchos más.
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