La izquierda va a elegir al candidato presidencial de izquierda. Se trata, lógicamente, de un asunto que solo compete a la gente de izquierda. Está clarísimo.
¿Por qué, entonces, algunos dirigentes perredistas pretenden involucrar en semejante decisión a personas, como los simpatizantes del PRI y del PAN, que desprecian a la izquierda y que jamás votarían por un izquierdista? Porque buscan impedir, al costo que sea, que Andrés Manuel López Obrador sea el candidato de la izquierda mexicana en las elecciones presidenciales de 2012.
En los hechos, los partidarios de permitir que en la elección interna del PRD intervengan los priistas y panistas que jamás votarían por la izquierda, trabajan para el PRI y el PAN. Es lo que han estado haciendo, desde hace años, Marcelo Ebrard Casaubón, Manuel Camacho Solís, Jesús Zambrano, Jesús Ortega, Carlos Navarrete y todos los otros chuchos del PRD.
Por fortuna, López Obrador no caerá en esa trampa. AMLO se comprometió con Ebrard a que será candidato presidencial de izquierda el que esté mejor posicionado en las encuestas. Así las cosas, Ebrard será candidato si prueba que, entre los votantes izquierdistas y los independientes, supera a López Obrador. Hasta ahora no lo ha podido demostrar ya que, en todos los estudios conocidos, Andrés Manuel está muy por encina (80% contra 20% en promedio) de Marcelo.
Todavía tiene tiempo Marcelo Ebrard, aunque ya no mucho, para rebasar a AMLO en las preferencias electorales de los ciudadanos de izquierda. Que se dedique a convencer a los izquierdistas si desea lograrlo. Pero que se olvide de la trampitas chuchas…
En efecto, que se olviden Marcelo, Camacho, Ortega y Zambrano del truco de que derrotarán a AMLO permitiendo, como es su intención, que en la elección del candidato de izquierda intervengan los enemigos históricos de esta ideología política. Porque eso no ocurrirá.
En la izquierda las cosas se van a procesar con una lógica de izquierda (como en el PRI con una lógica priista y en el PAN con una lógica panista). Y ya, punto final.
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