Como en tantos otros casos de depredación, el gobierno calderonista apuesta al olvido colectivo en el de Mexicana de Aviación y sus 8 mil 700 trabajadores desempleados. Quiere enterrarlo lo más hondo posible para que nadie lo recuerde. Y no está lejos de alcanzar su objetivo, pues se encuentra a escasos 22 días de lograr su propósito, aunque sólo sea en el ámbito legal. Ese es el tiempo que resta, pues de no llegarse a un convenio concursal se declarará la quiebra de la aerolínea. Está a un tris de lograrlo, y en el ambiente todavía se escucha aquella pomposa declaración (28 de agosto de 2010) del entonces secretario del Trabajo, Javier Lozano: No descansaré hasta verlos de nueva cuenta volando (a la línea aérea y a sus trabajadores). En los hechos los que descansaron y salieron volando fueron otros (el ex secretario de Comunicaciones y Transportes Juan Molinar Horcasitas, quien se aferra a un hueso en el CEN panista, y el propio Lozano, quien va tras la impunidad legislativa en el Senado, protegido por el mismo partido político).
Tan sólo tres semanas, y el calderonato lo habrá logrado. Sin embargo, los trabajadores de Mexicana de Aviación no están dispuestos a regalarle la partida, y anuncian que los tres sindicatos han acordado actuar unidos para lograr el castigo de los hechos delictivos que llevaron a concurso mercantil a la aerolínea y la reparación del daño derivado de esos actos, de acuerdo con un escrito enviado por ellos a México SA, en el que dejan en claro su intención de lograr que se mantengan los bienes de Mexicana como unidad económica de producción, distribución y comercialización de bienes y servicios; plantear ante el juez concursal la determinación de los trabajadores de recibir en adjudicación la masa de los bienes de las empresas, con la intención de mantenerlas como activo industrial en funciones; evitar que se dé aplicación inconstitucional a las leyes de Aviación Civil, Bienes Nacionales y Aeropuertos, e impedir de esa forma la cancelación de concesiones, contratos y permisos derivada de una posible declaración de quiebra.
Todo lo anterior, indican, con el fin de “operar Mexicana de Aviación como empresa social, para culminar con esa determinación la defensa heroica que han hecho todos nuestros compañeros de la empresa que ha sido y será otra vez su casa, su fuente de trabajo, su gran familia laboral, e insignia de México en los cielos del mundo… La delincuencia organizada desde el gobierno contra México y sus trabajadores debe conocerse y tener castigo”.
Al contrario de lo sucedido en Mexicana de Aviación (en concurso mercantil desde hace más de 16 meses, tasajeado el contrato colectivo de los trabajadores y con el bloqueo permanente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para resolver el caso), el calderonato se apuró y esmeró para rescatar a una empresa extranjera: a punto de concluir 2011, el gobierno mexicano aceptó rescatar la empresa Ferrocarril Suburbano, que opera el transporte de pasajeros de la estación Buenavista a Cuautitlán, al comprar 49 por ciento de las acciones de la concesionaria española Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF). La empresa reveló al mercado de valores de su país que el gobierno mexicano, por medio del Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin), había aceptado participar en la restructuración financiera de la concesión para la explotación de la línea de ferrocarril suburbano adquiriendo 49 por ciento de las acciones y ampliando la vigencia de la concesión hasta 2050. Con la operación, el gobierno mexicano se convierte en el principal accionista de Ferrocarril Suburbano, concesión otorgada en 2005 por 30 años, que empezó operaciones en junio de 2008.
Con la aerolínea nacional procedió en riguroso sentido contrario: el gobierno de México, obligado, por ley, a la supervisión permanente de las operaciones administrativas, financieras y legales de los operadores de servicios aéreos, permitió que (de Gastón Azcárraga y socios) se saqueara a Mexicana de Aviación hasta dejarla sin activos y fomentó la administración fraudulenta de la línea aérea, denuncian los trabajadores. El gobierno “otorgó préstamos al Grupo Mexicana con cargo y garantía en los activos de vuelo de Mexicana, de su flujo de ingresos por ventas, de sus motores de avión y de sus refacciones. Finalmente las empresas creadas para desangrar a Mexicana se unieron bajo la propiedad de Nuevo Grupo Aeronáutico, que además asumió la propiedad de las marcas y avisos comerciales y mediante esa ingeniería de la quiebra elaborada con la participación estatal y privada, en cinco años ‘misteriosamente’ desapareció 90 por ciento de los activos y crecieron nueve veces los pasivos de la aerolínea más grande de México”, añaden los trabajadores.
Además, los administradores de esa ingeniería del quebranto, que estaban ya asegurados como accionistas en Aeroméxico, en Banamex, en Grupo Aeroportuario del Pacífico, en Ixe Banco, ya podían dejar caer a Mexicana al abismo. Ya siendo Mexicana propiedad del Nuevo Grupo Aeronáutico, se vendió a Tenedora K, en medio de una serie de actos y omisiones, que en forma paralela dieron lugar a un fenómeno único en la historia del mundo: la acción sistemática y concertada de un gobierno para desaparecer la empresa de aviación más grande de su país; privar de su trabajo a más de 209 mil trabajadores directos e indirectos; dejar sin pago la deuda de esa empresa con el propio gobierno; beneficiar de manera directa a una empresa de capital extranjero mayoritario, como es ya Aeroméxico, y mantener en la impunidad a quienes participaron y se beneficiaron con ese gigantesco fraude. ¡Todo el poder del Estado se ha utilizado para eso! El secretario de Comunicaciones y Transportes (se refieren a Juan Molinar Horcasitas) que tenía la obligación de llevar a cabo una vigilancia continua de las operaciones administrativas, legales y financieras de la empresa, no lo hizo; (por el contrario) permitió la venta siendo acreedor el gobierno mismo y con ello permitió el fraude, y por si fuera poco destruyó por completo la estructura del mercado aeronáutico nacional en perjuicio directo del país.
Las rebanadas del pastel
En el país no puede haber dos empresas del tamaño de Mexicana de Aviación y Aeroméxico, que se estén depredando, por lo que debe haber una sola aerolínea bandera, decía Molinar Horcasitas como titular de la SCT. Y el calderonato está a punto de lograrlo: Aeroméxico, propiedad de la trasnacional financiera Citibank-Banamex, aerolínea bandera de México. ¡Qué tal!
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