lunes, 16 de enero de 2012

Que fue Solá quien aconsejó lo de Isabel… JANE DE LA SELVA

No cabe duda, les veo las caras, los oigo, militantes, simpatizantes del PAN que hoy se avergüenzan de serlo.

Ya no están tan cegados para darse cuenta de que sus administraciones nomás han regado el tepache desde que llegaron al poder. Que la decepción de la gente ante su gestión es tan profunda que ya ni su Antonio Solá la disipa. No sólo no los salva, sino que su presencia los desacredita ¿cómo no se percatan?

La autoridad moral de este gusano ha quedado anulada (al igual que la de su partido—cliente) frente al electorado, al conocer la sociedad las falacias y artimañas ilegales que fabricaron en 2006. Aunque ni así ganaron, se cooperó para lo que devino. La apresurada errática decisión sin inteligencia de declarar al país en guerra, que ha dejado estelas de sangre aún manando de las venas de la nación. Que no nos engañen, que no son los narcos los culpables, sino “el palazo que se le dio al avispero”.

Aunado al hecho de que los “convenientes” arreglos oficiales pero sobretodo “extra oficiales” que durante siete décadas había tejido el PRI con sus socios, no fueron, con alevosía y ventaja, compartidos con el PAN. ”…Les soltaron el poder, pero no les dijeron cómo habían dejado las cosas y qué había que hacer para mantenerse en paz…” recuerdo haber leído en un ensayo de Jorge Volpi.

Simplemente el priísmo derrotado y colmilludamente dócil se fue adhiriendo con su bagaje poco a poco intercalándose en una natural alternancia simulada con el panismo mojigato e hipócrita que tan fácil se moldea y se desprestigia, puesto que ambos compartían y comparten los mismos anhelos, los modos de vida. Van tras la ambición del poder per se o del poder económico. Dicho protagonismo, reconocido local y mundialmente por no sujetarse al servicio de la población sino de intereses particulares.

Es decir, que la falta de ética de este maridaje se expandió, se incrustó aún más en la vida pública.

Pero vuelvo al inicio de este escrito para puntualizar que luego de la cátedra que ha dado el PAN de verdadera desesperación, primero con la planeación fallida del romance con la izquierda chucha, desintegrada por la fuerte inercia que significó la perseverancia de la virtud sobre la compra de principios, caso raro en política. Ahora, con la mega cuota que le paga el blanquiazul al asesor español, cuya presencia mancilla la amada patria e inspira el repudio nacional. Que no dudo haya sido, como se supo por aquí de buena fuente, quien les aconsejó a puerta cerrada:

“--…A la mierda con todos estos candidatos ¡coño! que ninguno tiene presencia contra la poderosa mancuerna Mancera/Martí. Hace falta un golpe rápido ¡jolín! …una figura pública con capacidad de impacto, con probadas agallas para enfrentar la injusticia (propiciada por la presunta justicia) ,… ¿quién podría ser …? ¡… quién!?....Pero claro ¡joder!... si no hay que exprimir tanto el cacumen macho: Doña Isabel Miranda de Wallace. ¡Ála imbéciles! A llamarle, a convencerle, que nos la jugaremos con esa carta. No os preocupéis, que pasta para maniobrar hay suficiente…--.”

Al aceptar y ser presentada como “la buena” por el invisible dedo flamígero del extranjero, sin que ninguno de los demás candidatos del partido inscritos emitiera una sola queja pública. Atadas sus lenguas, su libertad; ignorada su dignidad propia “por lo que diga el partido” “por el bien común” de la ultraderecha mexicana tan chueca y retorcida que da vergüenza, reitero, hasta a los más adoctrinados. ¿Se daría por enterada la Santa Iglesia Católica que recién estrenada como candidata del PAN para el GDF se le preguntó su opinión sobre la legalidad del aborto, y dijo que ella estaba de acuerdo en esas políticas de respeto a las libertades de la mujer? No escuché a nadie gritar ¡excomulgada!.

El hecho de que la antes eficaz y admirada señora ciudadana Miranda de Wallace haya aceptado la oportunista y desesperada proposición, demuestra una de dos: A) Inocencia o Soberbia, al decidir en lo personal que sin ninguna experiencia política puede con la mega capital. B) Inconcebible ignorancia o falta de memoria (dada la propia experiencia) sobre la historia y comportamiento en el poder de un partido corrupto e incapaz, que plagaría su nómina de ser elegida, algo sin posibilidad gracias a los capitalinos.

Solita Isabel se metió al pantano, ignoro si alguien le dará la mano.

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