Ciro Gómez Leyva, esa pregunta ni se pregunta
No quiero ofender a Ciro Gómez Leyva ofreciéndole la única respuesta sensata a lo que pregunta, angustiadísimo, en su columna de este miércoles 7 de noviembre: ¿Por qué las encuestas electorales en Estados Unidos fueron tan precisas, mientras que las mexicanas, muchas de ellas, fallaron por tanto?
Pero, ni hablar, esa pregunta, que implica obviedades, solo puede ser respondida con una frase, de un tal Carbayobsky, que encontré navegando en internet: “Responder a lo obvio es alimentar la estupidez del que pregunta”.
¿Por qué muchas encuestas mexicanas fallaron? Carajo, esa pregunta ni se pregunta.
Conste, no todas las encuestas que se publicaron en México en el proceso electoral de 2012 presentaron resultados absurdos.
Hubo encuestas, en nuestro país, muy bien hechas, como las de Ipsos-Bimsa, María de las Heras, Edmundo Berumen, Reforma y Covarrubias y Asociados.
Fueron un desastre, sin duda, los estudios de Mitofsky, GEA/ISA, Buendía & Laredo, Parametría, BGC/Ulises Beltrán.
El hecho es que, en México, muchas encuestas difundieron resultados disparatados, pero hubo algunas que realizaron muy bien su trabajo.
Preguntar por qué fallaron las encuestas que a Ciro tanto le preocupan, sobre todo la que él difundió a diario en Milenio TV, solo me lleva a pensar en obviedades propias del Filósofo de Güemes, como por ejemplo: “En política, si las cosas no cambian, es porque siguen igual”.
¿Por qué fallaron algunas encuestas en México? Pues porque estuvieron mal hechas. ¿Por qué se hicieron tan mal si fueron realizadas por personas expertas en la materia? Por descuido o, lo más probable, por corrupción.
Algo tan obvio es lo que el señor Gómez Leyva no se atreve a decir o, quizá, a confesar.
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