jueves, 15 de noviembre de 2012


Memorial de las víctimas, a la suma de las afrentas

HÉCTOR PALACIO@NietzscheAristomié 14 de noviembre de 2012
Edificar un memorial a las víctimas de la guerra de Calderón junto al Campo Marte, nombre que refiere al dios romano de la guerra, acaso no sea más que una circunstancia fortuita, ya que no puede pensarse en una burla; aunque más bien expresa a final de cuentas una ironía de la vida y, sobre todo, de la muerte.
En mi columna anterior (“El infierno de Calderón”), señalé el doble juego de FCH en relación a este memorial: “…por un lado dice que se va con la conciencia tranquila y por otro edifica un absurdo que, según algunos, manifiesta su culpabilidad, el ‘Memorial de las víctimas’. Una serie de placas metálicas que busca ‘ofrecer un homenaje a las personas que perdieron la vida por el combate al crimen organizado que se efectuó en la presente administración’ (El Universal, 11-11-2012). Esas placas no tendrían nombres inscritos, como es lo usual en la moda internacional de este tipo de ‘monumentos’, sino frases alusivas a la guerra contra el narco.
“Sin embargo, algunas de las placas tendrán el uso de que los familiares de las víctimas escriban con plumón los nombres de sus queridos (declaración de Isabel Miranda de Wallace); ¿cómo para qué? Vaya estupidez. ¿Imaginan a Javier Sicilia trazando el nombre de su hijo con una tinta borrable en una placa junto al Campo Marte en un pic nic de fin de semana?”.
En su columna “El memorial de la ignominia” (Milenio, 13-11-12), un calificativo ampliamente usado por Javier Sicilia, Ricardo Monreal  se ocupa críticamente del tema en consideración del absurdo de su instauración: “El holocausto mexicano que han significado 70 mil muertos en seis años, más de 10 mil desaparecidos, cerca de 300 mil desplazados por la violencia, dos mil niños muertos en fuego cruzado y más de 250 mil deudos directos de los ejecutados tendrá su monumento emblemático: el “memorial de las víctimas de la guerra contra el crimen”.
“Como muchas de las iniciativas del actual gobierno, entre otras, la propia estrategia de la guerra contra las drogas…, el memorial es una buena idea que se echó a perder por las pésimas prácticas y modos con que se instrumentó.”.
El propio Sicilia, un doliente singular y, digamos absurdamente, destacado, del proceso de guerra al que ha sido sometido el  país durante los últimos seis años, descalificó como “monumento a la barbarie” el proyecto de Calderón al enterarse que sería edificado junto al Campo Marte, “una ofensa y una burla para los más de 60 mil muertos y diez mil desaparecidos de la guerra” (El Universal, 11-11-12).
En fin, que el memorial a ser inaugurado el 26 de noviembre (si  todo va bien y no sucede como otras obras del sexenio), ya es descalificado por múltiples voces antes de su apertura. Desde el punto de vista cívico, parece sentenciado a correr la suerte de otros desatinos de Calderón como la Estela de Luz y la celebración Disney del Bicentenario con todo y Coloso-Argumedo incluido. Desde la óptica moral, se trata de una afrenta más de la administración de Felipe Calderón a la sociedad mexicana.
Quien inició su des-gobierno con reprobables trampas y, sugestivamente, por la puerta trasera del Congreso, termina igualmente siendo reprobado por una mayoría que ha enviado a su partido al tercer lugar durante la elección pasada. He aquí un caso de juicio anticipado de la sociedad al de la historia. 

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