jueves, 8 de noviembre de 2012


Ser tierra es un honor

JANE DE LA SELVAmié 7 de noviembre de 2012
Amar a la mujer como a la tierra, es halago, no insulto.
Ignoro qué quieren decir las señoras congresistas sintiéndose tan ofendidas e insultadas por haber sido comparadas espontáneamente con el arado sobre suelo fértil con los animales de labranza con la bondad y el respeto que debe existir hacia la tierra productiva. Ya quisiéramos ser así, como la tierra fértil, como el animal en sincronía y sin falla.
No consideré necesaria una disculpa por lo dicho por el diputado, hombre de campo, en sesión y ante su turno al micrófono.
Pura mojigatería que coarta la libre expresión es la demanda de disculpa pública. Distracciones, ante una simple y espontánea manera de expresarse que para nada sonó peyorativa, pero que si bajo el inconsciente del varón que lo dijo lo hubiese sido, es cosa suya. A la mujer no le atañe, a la que sabe bien quién es. Si pedimos respeto comencemos por darnos a respetar y continuemos con el rompimiento de tabúes creados.
Somos tierra madre y es un honor, no pretendamos ser más. ¿O díganme, qué cuerpo actualmente animado se convertirá al morir en otra cosa que no sea tierra?
El cariño que se le debe al campo para que produzca, es un gran valor perdido. El tratar a la mujer con el mismo cariño que se le prepara al suelo que dará fruto, o se le cuida y trata a un querido animal ¿cuál es el problema? Ojalá se tratara a todas con un amor incondicional así.
Que no nos domine y dirija el falso orgullo adquirido.  El razonamiento programado. Seamos lo que debemos ser, una especie auto protegida. Apreciadas hembras tanto dadoras como conservadoras de los auténticos valores, de las leyes universales inherentes a la Madre Terrenal.     

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