Por qué a @ManceraMiguelMx le ha ido mal y a @EPN todo le ha salido bien
Apenas es el inicio. Por lo tanto, no debe uno apresurarse a sacar conclusiones. Pero, sobre todo en la izquierda, los analistas no dejan de comparar los arranques de Enrique Peña Nieto y Miguel Ángel Mancera.
Que Enrique Peña Nieto haya tenido un arranque extraordinario no significa que, necesariamente, así terminará su sexenio. Y que Miguel Ángel Mancera haya empezado mal, no lo condena inevitablemente al fracaso.
El hecho objetivo es que a Peña Nieto todo parece estarle saliendo bien. Y a Mancera, si no todo, muchas cosas se le han complicado en exceso.
Peña Nieto ha destacado por la promulgación de la Ley General de Víctimas, por el impulso a una reforma educativa que todo el mundo ha aplaudido, por haberle devuelto al Palacio Nacional su dignidad, por la forma tan tersa en que se aprobó el paquete económico en el Congreso y, sobre todo, por el desarrollo de los trabajos relacionados con el Pacto por México.
A Mancera, en cambio, muchos temas se le han enredado: la extraña fórmula usada para liberar a los detenidos por los actos de vandalismo del primero de diciembre, que molestó tanto a la derecha como a la izquierda; los nuevos impuestos en el DF, de los que el jefe de gobierno intentó deslindarse, sin éxito; los perros furiosos que ya nadie supo si mataron gente o si, de plano, se les usó como distractores no se sabe ni de qué, y las malas herencias de Marcelo Ebrard (la publicidad en el metro que el GDF regaló a una empresa privada, la estatua del dictador en la zona más exclusiva del Paseo de la Reforma), asuntos que a Mancera simple y sencillamente lo han rebasado.
¿Por qué el buen inicio de uno y el mal arranque del otro? Por dos razones:
La primera, porque en el PRI los grupos de presión, poderosísimos, han dejado a Peña Nieto actuar con absoluta libertad, sobre todo para nombrar como integrantes de su gabinete a las personas que él ha considerado más competentes.
La segunda, porque en la izquierda los factores reales de poder (los chuchos del PRD, Marcelo Ebrard, los bejaranos, etcétera) le armaron un equipo de trabajo a Mancera que, claramente, no le funciona.
En el gabinete presidencial están los que Peña eligió: su colaborador más eficaz en las complejas etapas de la lucha por llegar a la Presidencia, Luis Videgaray, es secretario de Hacienda; su amigo Jesús Murillo Karam, en el que tanto confía, es procurador general de la República; otro hombre al que aprecia y en el que cree, Miguel Ángel Osorio Chong, es el secretario de Gobernación; una mujer formada en la izquierda con la que se asoció, políticamente hablando, desde hace años, Rosario Robles, es secretaria de Desarrollo Social, etcétera.
En cambio…
De los hombres verdaderamente cercanos a Mancera (Luis Serna, Julio Serna, Manuel Granados, José Ramón Amieva) ninguno ocupa un cargo relevante en el gabinete: Luis es secretario particular, Julio está en la Central de Abastos, Manuel en la Asamblea y José Ramón es apenas consejero jurídico.
En cambio…
Veamos lo que Ebrard le impuso a Mancera: al secretario de Gobierno, Héctor Serrano; a la secretaria de Medio Ambiente, Tanya Müller; al jefe de la oficina, Miguel Ángel Brizuela; al secretario de Finanzas, Edgar Amador; al responsable de Vivienda, Raymundo Collins; al de Transporte, Rufino Garcés, y al secretario de Salud, Armando Ahued.
Y, bueno, los chuchos impusieron en el gabinete de Mancera a Carlos Navarrete, y del equipo de AMLO viene el secretario de Turismo, Miguel Torruco.
Insisto, nada de lo anterior anticipa o debe ser usado para pronosticar el balance final de los gobiernos de Mancera y Peña Nieto. Sobre todo porque, lo dijo alguien, “de dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo: De la derecha cuando es diestra, de la izquierda cuando es siniestra”.
Si Peña Nieto se las arregla para seguir controlando a la muy diestra derecha priista, hará un buen gobierno. Y si Mancera aprende a escapar de la siniestra izquierda mexicana, saldrá adelante.
Que Peña Nieto sabe lidiar con los grupos priistas, no parece haber ninguna duda. Tiene experiencia, la que adquirió como gobernador del Estado de México.
La duda es si Mancera sabrá torear a los siniestros Ebrard, chuchos, etcétera. Le falta experiencia, sobre todo en intrigas partidistas. Tendrá que aprender pronto, sobre todo el arte de dar un manotazo a tiempo que ponga quietos a todos esos grillos que lo han copado.
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