¿De los Tequila Shots de FCH a los Justice Shots de EPN para extranjeros?
Para los visitantes, los turistas, Felipe Calderón prometió “Tequila Shots” durante un viaje de “promoción turística” por Las Vegas en mayo de 2011. Esto, para animar a los viajantes ante la creciente ola de violencia y muerte durante su administración. La inoportuna oferta de Calderón contrastaba con los “Gun Shots” recibidos por cientos de miles de mexicanos.
Aunque estúpida, la “broma” de Calderón refleja la tendencia de los gobiernos mexicanos de privilegiar la imagen de la seguridad y la justicia hacia el exterior (sobre todo cuando la demanda un gobierno extranjero), de llevar a cabo una justicia selectiva de la cual se excluye al mexicano promedio.
En el corto tiempo del gobierno de Enrique Peña, pareciera estarse brindando una suerte de “Justice Shots” a los extranjeros, inversos a los “Unjustice Shots” tradicionales para los locales no pudientes. Dos casos recientes se manifiestan como signo.
1. Justicia exprés y favorable a Florance Cassez, quien en una revisión de su caso y sin ser juzgada en la misma sobre su presunta participación criminal en una banda de secuestradores (por la cual ya había sido originalmente condenada a 90 años de prisión), fuera liberada inmediatamente por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La argucia utilizada para ello fue el ilegal montaje realizado por García Luna durante la administración de Fox pero con el consentimiento y apoyo posterior de Calderón, así como la ausencia de los debidos procedimientos ministeriales tratándose de una extranjera. En realidad, la Corte actuó bajo la evidente influencia de Peña -por consigna, se ha dicho-, quien tratara el asunto con el presidente francés Francois Hollande durante su visita a París. Evidencia subrayada por el hecho de que Nicolás Zarkozy había fallado en negociaciones similares con Felipe Calderón.
2. La inmediata captura, utilizando “métodos científicos”, de acuerdo a Murillo Karam, de los violadores de las seis turistas españolas. Lo cual, naturalmente, si los apresados son los verdaderos responsables, es plausible.
En ambos casos entraron en juego los dos países de las ciudadanas involucradas. Por ello, atenderlos con urgencia, aunque en el primero la polémica persiste, obedeció a una orden de alto nivel. Por lo general, la justicia en México toma un lento e intrincado proceso que no siempre tiene una resolución en favor de las víctimas. Y esta realidad propicia graves consecuencias para el individuo y la sociedad.
Sobre el caso de Acapulco, los periodistas aplaudidores del régimen no han tardado en cacarear. Entre ellos, Carlos Marín dijo que “Así se procura la justicia” y Ciro Gómez Leyva, que “El mito de la eficacia priista se hace realidad en Acapulco” (Milenio, columnas del 14-02-13).
Los mexicanos quisieran que esa procuración de justicia y esa eficacia priista tan devaluadas durante setenta años se volvieran una realidad local más allá de los inflados y viscosos elogios de los periodistas del Milenio. Para que no todo quede en consignas del ejecutivo y la consecuente afectada mitotera periodística.
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