Hernán Cortés, autor de la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España
Carlos Puig entrevistó a Christian Duverger, autor de Crónica de la eternidad, obra en la cual, argumenta, descubre al auténtico creador de Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, atribuido desde siempre al soldado Bernal Díaz del Castillo. Equivalente a Pierre Menard, autor legítimo de El Quijote en la versión de Borges, Hernán Cortés lo es del monumental trabajo sobre la conquista de México.
En la entrevista, Duverger arguye una serie de lugares comunes para negar a Díaz: 1. Se desconoce prácticamente todo dato biográfico básico sobre él. 2. Era iletrado. 3. El libro gira alrededor de Cortés. 4. La relatoría contiene errores cronológicos. 5. El contrapunto entre López de Gómara y Díaz del Castillo lleva a Duverger a decir que Cortés encarga una crónica formal, de gabinete, al primero, con la cual queda insatisfecho, por lo que decide escribir su propia versión en boca del personaje de un soldado; esto, en un “hoyo negro” del tiempo, a pocos años de morir, cuando deseaba el legado de sus memorias. 6. Cortés, “un autor satanizado, prohibido”, encarga a su hijo publicarlas en la Nueva España después de su muerte. 7. Finalmente, el texto llega a Bernal Díaz en Guatemala, único sobreviviente original de la conquista, pero será el hijo de éste quien posteriormente se lo atribuya a su padre, no por amor o ambición literaria, sino como una oportunidad para cobrar la herencia de la encomienda como hijo de un “héroe” de la Nueva España que es.
Estos datos mínimos, aparentemente sólidos, que son el arma del autor francés, al mismo tiempo lo invalidan, pues su intento resulta vano. ¿Qué importancia tiene saber a estas alturas que el autor no es Bernal sino Cortés? Aquí dos consideraciones: 1. Lo que importa es que la obra existe. No importa Homero, sino la Ilíada y la Odisea. No importa Shakespeare, sino Hamlet. No importa Borges, sino “El inmortal”. 2. Con el argumento de Duverger, tendríamos que dudar –como se ha hecho- de Homero y Shakespeare y quizá, ¿por qué no?, hasta de Borges. Se dice que Homero o no existió o que su obra es resultado de la decantación poética del tiempo. Que Shakespeare tampoco habría sido el autor de su obra. De ambos se desconoce casi todo. El último, pudo haber sido iletrado. Con mayor certidumbre hablamos de Borges, quien, por otra parte, con cierta paciencia y una lacónica sonrisa bien podría decir que no importa Borges, sino la obra que se le atribuye a un ser llamado Borges.
La hipótesis de Duverger no prosperará. No solo por la consideración de que la injusticia prolifera en el país (en caso de que estuviéramos frente a una; aunque bien, tómese en cuenta que la hipótesis corresponde a un francés), sobre todo, por la vocación borgiana del mismo. Para Borges lo que importa es, por un lado, más que el hombre, la obra, que es la que perdura (al menos en el tránsito de la mortalidad y aquí tendríamos que evocar a Camus). Por otro, que un hombre es todos los hombres.
No debe de extrañar la hipótesis de Duverger. De confirmarse esta posibilidad nimia, lejos está de significar una bomba como lo han presumido Carlos Puig y Ciro Gómez Leyva en sus columnas. Primero, porque a muy pocos importa el libro. Segundo, porque en ningún lado como en este país, la intelligentsia lleva los preceptos borgianos a los extremos. Recuérdese al jurado de uno de los eventos mayores de la literatura castellana, la Feria Internacional Libro de Guadalajara, que en 2012 ha premiado a un plagiario confeso.
P.D. Un instinto más audaz que el pensamiento de Duverger me lleva a plantear la hipótesis de que el autor definitivo pudiera ser el hijo de La Malinche y Cortés, quien quizá haya fraguado toda esta trama al no vencer un pudor literario heredado del padre. Otra más intrincada y arriesgada, que el autor pudiera ser un soldado llamado Bernal Díaz del Castillo.
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