No a la militarización del DF #TorreDePemex @ManceraMiguelMx
Los habitantes de la ciudad de México tienen una serie de malas experiencias con los militares. La más traumática de ellas fue la masacre de Tlatelolco en 1968; aunque se haya establecido que no fueron ellos quienes dispararan primero.
A raíz de la mortal guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón, el país entero se vio anegado de militares que en muchas ocasiones han actuado arbitraria y criminalmente (cuando han matado a civiles inocentes, han registrado a las víctimas como parte de los “daños colaterales”). La ciudad de México escapó a ese proceso de militarización durante todo el infame periodo de Calderón.
Con la vuelta del PRI al gobierno federal -asentando en la ciudad de México el poder y los funcionarios del ex gobernador de un estado de muy malas cifras y peor reputación en los niveles de seguridad-, con la llegada a la gubernatura del Distrito Federal de alguien como Miguel Mancera que hasta ahora se ha mostrado si no débil cuando menos con cierta timidez para aparecer con firmeza ante los medios como en el pasado lo hicieran sus predecesores, con los recientes eventos en los cuales se ha visto una suerte de inexperiencia en su equipo de trabajo, con la supuesta creciente ola de inseguridad en algunas zonas de la ciudad, particularmente, curioso, en las colindantes con el Estado de México, con todo ello, se ha venido especulando si el gobierno de la ciudad será capaz de controlar el crimen o si, como en el resto del país, solicitará el “apoyo” del ejército en las tareas de seguridad.
Quizá por ello Miguel Mancera haya declarado hace un par de días a Ricardo Rocha que ni el ejército ni la policía federal patrullarán la ciudad (Grupo Fórmula, 29-10-13). Esto, luego de la copiosa difusión en los medios masivos de comunicación de los crímenes que se comenten en la capital del país, a la vez de que como política federal se ha adoptado, a diferencia del tiempo de Calderón, por bajar la intensidad de la información de dicha naturaleza. Declaración hecha, por cierto, en el contexto de la reciente reunión sobre seguridad de los gobernadores de la zona centro del país.
El infortunado acontecimiento de la explosión en la Torre de Pemex –en coincidencia temporal con el tema sobre la privatización o “inversión privada” del petróleo que está y estará en la mesa de los debates-, que ha dejado a tantas víctimas y que hasta ahora se ha dicho que se habría debido a un accidente pero sin naturalmente poder contener la especulación entre la sociedad y las redes sociales sobre la posibilidad de un atentado, trae una noticia más: la aplicación por parte de la secretaría de la defensa nacional y por orden de Peña Nieto, del Plan militar DNIII (SDPnoticias.com, 31-01-13).
Uno de los pilares de la política de George Bush tras el derribe de las torres gemelas de Nueva York en 2001 fue la política del terror. Misma que adoptó y aplicó en México Felipe Calderón. ¿Existe alguna intencionalidad de parte del presente gobierno federal por esta posibilidad? Las voces que en la ciudad hablan del crecimiento de la criminalidad, incluida la de los consabidos columnistas oficialistas, y que especulan sobre el crimen organizado tomando el control del Distrito Federal como lo han hecho en muchas otras regiones del país, son preocupantes.
Cualquier presencia del ejército tras la tragedia del edificio de Pemex tiene que ser temporal. Deben cumplir su labor civil y volver al cuartel. Asimismo, el jefe de gobierno debe ser firme no solo en su postura de no solicitar el “apoyo” del gobierno federal para mantener el control de la seguridad de la ciudad como ha sucedido en los últimos años, sobre todo, para exigir a su equipo y a sí mismo, la mayor capacidad y eficiencia posible. Y como alguien dijo por allí, ya es tiempo de que Miguel Mancera abandone su papel de procurador del DF y asuma, de una vez por todas, su calidad de Jefe de Gobierno de la ciudad de México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario