Aunque parezca mentira, los senadores de la República están muy preocupados, pero no precisamente por la situación del país, por el paquete fiscal para 2010 o por el rezago legislativo. No señor, en este mundo hay prioridades: están que no los calienta ni el sol porque se les acabó la lana para terminar de construir su nueva sede sobre Paseo de la Reforma. Bueno, hasta se unieron rivales históricos para hacer un frente común y demandar de la Cámara de Diputados recursos millonarios para la que será su nueva casa. Ya les urge estrenar oficinas.
Quien fue a descubrir el hilo negro a Centroamérica fue el senador del PAN Santiago Creel Miranda. Afirmó, para sorpresa de más de tres de los asistentes al Encuentro Nacional de Empresarios, en Guatemala, que el narcotráfico no sólo es la mayor amenaza a la seguridad pública y al régimen democrático de México, sino que genera mucho dolor humano. Esgrimió en su ponencia que el hampa es ya parte de la vida cotidiana, pero que más valía no acostumbrarnos a ello. Incluso, dijo que este flagelo socava la vida institucional del Estado, genera problemas de salud pública, debilita las instituciones, hace perder valor a la Ley y, para rematar, que la violencia hace de las suyas y el miedo impera por todas partes.
La gobernadora de Yucatán, la priísta Ivonne Ortega, está que no cabe de gusto. El jueves presentó en un hotel de la ciudad de México los detalles del Festival de las Artes 2009, que se realizará en la tierra del Mayab, de octubre a diciembre próximo. A amigos y a muchos cercanos les expresó su satisfacción de que Chichén Itzá se haya convertido en un escenario excepcional para presentar a figurones del mundo de las artes y del espectáculo. Les recordó que el año pasado el tenor Plácido Domingo fue protagonista de un megaconcierto en el centro arqueológico, y que este año lo será Sara Brightman. Muy animada, adelantó que ya está en pláticas para que el mismísimo Elton John asista el próximo año a ese antiguo centro ceremonial prehispánico patrimonio de la humanidad. A menos, claro, que el INAH diga lo contrario.
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