lunes, 30 de agosto de 2010

Jacobo Zabludovsky Usted, la UNAM y el pulpo

Hoy tienen lugar dos acontecimientos simultáneos en Ciudad Universitaria: la inauguración de un edificio y la celebración de una reunión científica del más alto nivel.
Desde hace mucho tiempo la Universidad Nacional Autónoma de México ha unido a su excelencia académica, reconocida internacionalmente, la singularidad de ser un lugar abierto a los pensamientos más diversos y, en los últimos 15 años, un ágora de crítica al sistema estatal mexicano. Pocos políticos o funcionarios se atreven a pisar el campus del Pedregal para enfrentarse, cara a cara, con maestros y alumnos deseosos de romper el cerco informativo que los mismos políticos han creado. Hace algunos meses los universitarios se enfrentaron a una visita inesperada, la del secretario de Gobernación, que salió por piernas y mal parado. Y el jueves abrieron la puerta, cerrada en los principales medios, a las ideas de Andrés Manuel López Obrador, voz de una oposición con la que uno puede no coincidir, pero que tiene derecho a ser oída.
El rector José Narro Robles inaugurará esta mañana el Edificio de Posgrado de la Facultad de Economía, donado por Carlos Abedrop, quien así paga la deuda que siente haber contraído con la Universidad y la escuela de la que egresó en 1943, cuando todavía estaba en el viejo barrio universitario. Obra del arquitecto Ricardo Legorreta, enriquece la belleza del entorno, es apoyada por un fondo de becas para que titulados brillantes puedan hacer una maestría en las mejores escuelas de economía del mundo.
Mientras se celebre la ceremonia, en el vecino Instituto de Neurología investigadores mexicanos recibirán a profesores del Instituto del Cerebro de la Universidad Hebrea de Jerusalem para una jornada de estudios e intercambio al más alto nivel sobre los adelantos en el conocimiento de nuestra mente.
Ayer, en una reunión de bienvenida a los visitantes israelíes, con mi característica irresponsabilidad acepté decir algunas palabras. ¿Por dónde empezar?
Dicen y dicen bien que la casualidad es el cerebro de quienes carecen de él. Una casualidad vino en mi ayuda: el pulpo Paul, famoso hace algunos meses al pronosticar quiénes serían los ganadores del campeonato mundial de futbol soccer. Intrigado por el asombroso acierto del animal, exploré diccionarios, enciclopedias y tratados sobre moluscos para saber el origen de sus facultades. Y encontré la respuesta en la revista ECO de la Universidad Hebrea de Jerusalem del mes de marzo de este año. Una investigación aplicada en pulpos, realizada por el doctor Hochner, del departamento de neurobiología de esa Universidad, asentó las bases sobre el mecanismo que se produce en el cerebro humano al recopilar y almacenar recuerdos. La pregunta es por qué se utilizaron pulpos en este experimento. Según declaraciones del doctor Hochner: “los pulpos, así como otras criaturas de la familia de los cefalópodos, son considerados los invertebrados más inteligentes debido a que tienen cerebros relativamente grandes y se los puede entrenar para realizar tareas de aprendizaje y memorización”.
Sus repertorios de comportamientos, aprendizajes y capacidad de recordar se pueden comparar, en su complejidad, con las de los vertebrados desarrollados, para responder a una de las más interesantes preguntas de la neurociencia moderna: ¿cómo es que el cerebro recopila y almacena recuerdos?
En un estudio previo, el doctor Hochner descubrió que un área del cerebro del pulpo, sabida su importancia para el aprendizaje y la memorización, mostró una robusta relación de las células nerviosas, proceso notablemente similar al descubierto en cerebros como el humano. El científico logró bloquear la habilidad del cerebro durante el proceso de aprendizaje, por simulaciones eléctricas.
Los resultados de la investigación en los pulpos mostró cómo se encuentra organizado el sistema de la memoria. El doctor Hochner hizo hincapié en la realización de más experimentos en el tema para el entendimiento de la utilización del proceso celular en el almacenamiento de recuerdos y en la forma de recolección de los mismos en los cerebros de otros animales o seres humanos. Surgen preguntas.
Tal vez encontremos respuesta en los ocho brazos de los inteligentes pulpos. Pero estos seres tan calumniados en películas y novelas necesitan interlocutores capaces de entenderlos. De ahí la importancia de la reunión de hoy de dos instituciones del máximo prestigio mundial. El esfuerzo conjunto se reflejará en una vida más prolongada y mejor del ser humano. Las dos actividades en Ciudad Universitaria tienen que ver directamente con usted y conmigo.
Un buen día, el de hoy, para todos.

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