La administración felipista está en la peor de las circunstancias de sus casi cuatro años de guerra, pero ello no significa que la fabricación de desgracia nacional haya llegado a su tope. Por el contrario, pareciera que la abundancia de hechos nefastos impulsa diariamente al ocupante de Los Pinos a remontar sus cifras anteriores, con el agravante de que cada vez va revelando tanto sus descompuestos estados de ánimo como una suerte de desdén explícito hacia lo que él considera estorbos institucionales y legales en el camino de su cruzada balística.
El perfil autoritario de Calderón (sabido, pero ahora frecuentemente expuesto) y el anuncio explícito de que mantendrá al Ejército en las calles, y al país en su guerra, por lo que resta del sexenio, colocan en situación de extrema precariedad tanto algunos malabarismos de supuesta reconsideración de su estrategia bélica (los tales Diálogos que de nada sirvieron) como la viabilidad de la lucha política y electoral, colocando en la endeble mesa de la discusión política el tema de si realmente el encarrerado jefe de las operaciones militares contra un segmento del narcotráfico habrá de aceptar que el estorbo constitucional de hacer elecciones pueda frenar o atemperar la magna tarea de exterminio hasta ahora llevada a cabo, con el riesgo de que los muchos sacrificios realizados –sólo por citar un ejemplo, las más de 28 mil muertes– queden truncos a causa de caprichos civiles a cargo de desprestigiados entes como son los partidos, las cámaras, las elecciones y los periodos sexenales.
La eventual visión felipista de continuismo a como dé lugar se ubica en un mediano plazo que, sin embargo, ya se antoja larguísimo, acaso intransitable para sectores ciudadanos que han comenzado a multiplicar el reclamo de que Calderón renuncie (sobre todo en redes sociales, como Twitter, donde suscita muchos comentarios el tema que da título a esta columna). La virtual rendición nacional del Estado ante la capacidad de fuego y cooptación de bandas del narcotráfico (zonas como Monterrey y Reynosa viven virtualmente bajo ese poder criminal), la incapacidad operativa de los ocupantes actuales de Los Pinos para ejercer algo cercano a un gobierno aceptable, y los riesgos de intervención política rectora por parte de Estados Unidos, con agregados de escándalo internacional, como la masacre de San Fernando, hacen que demanden la renuncia de Calderón quienes han sido sus opositores en diverso grado y por diversas razones (los más, por considerar que se robó la presidencia del país), pero también suscitan críticas entre panistas y segmentos conservadores que no comparten el rumbo sangriento dado al país.
Esa convergencia plural de opiniones no tiene, sin embargo, un cauce institucional válido (no hay mecanismos de revocación de mandato ni de consulta popular sobre el tema) ni fórmulas partidistas o políticas que al estilo del parlamentarismo permitieran reconocer los niveles de la ingobernabilidad y obligar a las fuerzas políticas a rediseñar tejidos de poder mediante alianzas, pactos y proyectos de relanzamiento de ideas y objetivos. El presidencialismo intencional de nuestro sistema político no tiene contrapeso ni alternativa: no hay izquierda unificada y estructurada que pueda impulsar cambios de fondo, y tampoco la derecha puede impulsar transformaciones, ni el panismo de base ni El Yunque, pues solamente son usados como cobertura y coartada por el calderonismo para proyectos que tienen más que ver con lineamientos del exterior, provenientes sobre todo de los estadunidenses centros generadores de ideas que han diseñado y conducido la catástrofe mexicana. Aun así, la exigencia es necesaria y las condiciones lo demandan: Calderón debe renunciar.
LLAMADO A LA HUMILDAD. El cardenal Norberto Rivera ofició la misa dominical en la Catedral Metropolitana de la ciudad de México, durante la cual invitó a los fieles a ser humildes, a no vanagloriarse de lo que tienen y a compartirlo con los más necesitadosFoto Cristina Rodríguez
Astillas:
La postulación del ex gobernador priísta Ángel Aguirre Rivero como candidato de las izquierdas electorales en Guerrero es un ruidoso acto de cinismo e incongruencia política, si se toma en cuenta que formalmente, y sin que hasta ahora se haya realizado algún deslinde público o autocrítica, es uno de los partidos integrantes del Dia el que mantiene el poder en esa entidad, con Zeferino Torreblanca como gobernador perredista. Si es que de nada sirvió el llevar al máximo cargo estatal a un personaje a nombre del sol azteca, y si es que en lugar de avances se vivieron retrocesos con esa apuesta oportunista de seis años atrás, cuando se impulsó a Torreblanca, un personaje ideológicamente más emparentado con el panismo que con el perredismo, entonces ha de concluirse que de poco sirve ganar espacios de gobierno o representación popular con candidatos prestados o alianzas-trampolín. La postulación de Aguirre, quien hasta hace unos días era añoso priísta, es justificada por el Dia como una forma de frenar el retorno dinosáurico del PRI con el figueroismo por delante y Manuel Añorve como candidato manejable. Abriendo camino a una facción priísta, la de Aguirre, para frenar a otra, la de Figueroa y demás priísmo jurásico, la izquierda social guerrerense queda marginada y desdibujada, condenándose a servir como carne de cañón electoral para ajustes de cuentas entre bandos priístas... Los Pinos anuncia cambio en la alineación del equipo del PAN: sale, por lesión recibida en encuentro anterior (apoyo a paquete fiscal PAN, por no alianzas con PRD contra PRI) y mal curada con ungüento de fantasía matrimonial Patylú, el multiusos Chicharín Nada, quien será relevado por otro jugador blandengue y de corta experiencia, el senador Gustavo Madero, que promete ser tan dócil y desechable como Germán Martínez y el citado Nava. Con la esperanza de recomponer al equipo fallido, el lugar del dirigente nacional panista con cuasinombre de delegación capi- talina será sustituido en el pastoreo de los senadores del blanquiazul por José González Morfín, quien hasta ahora es secretario general del comité nacional panista. El entrenador del equipo de la panificadora pinolera les ha dicho a sus jugadores que van ganando el partido, aunque el marcador en contra no lo parezca... ¡Hasta mañana!
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