El viernes 20 de agosto amanecí con una infausta noticia que me dejó deprimido, desolado y mortificado a más no poder. Ese día me enteré de que Aleks Syntek se había salido de Twitter debido a las críticas recibidas por su inmarcesible obra de arte, la ya famosa (o infame) canción bicentenaria. ¡Qué horror! ¿Qué va a ser de Twitter sin Aleks Syntek? Sin duda, la red social se va a colapsar por su ausencia. Pero más importante, ¿qué va a ser del mundo sin Aleks Syntek en Twitter? Mi espíritu extraviado no encuentra punto de reposo; estamos en el umbral del Apocalipsis.
¿Por qué se ha criticado tanto al señero representante de lo mejor de la música nacional y a su (desde ya) inmortal canción celebratoria? Sé de buena fuente que la calidad de una canción puede ser calibrada por cuatro aspectos importantes: su letra, su música, el arreglo y la interpretación. En este sentido, a decir verdad, la mencionada canción sólo tiene cuatro defectos, no tantos como le han achacado sus envidiosos detractores, que de seguro son unos anarquistas amargados. Uno: la letra es de una estupidez singular, de lo cual bastan unas muestras: “…nacimos en el lugar del Cielito lindo... orgullo que se comparte… México es puro amor… se hermanan las diferencias…”. Es decir, una retahíla de identidad folcloroide, un lema de comercial de tequila (o cerveza), un lugar común de cursilería ramplona y, sobre todo, una mentira flagrante. ¿Así que este es el país en el que se hermanan las diferencias? Ahá, pregúntenle a los excluidos de la nación, que a estas alturas de la historia y del sexenio, son la mayoría de los mexicanos. El estribillo de este engendro no tiene desperdicio: Shalalalalala, el futuro es milenario, que además es el tonto título de la canción. Que alguien de la Real Academia Española o de la Fundación del Español Urgente me explique el significado de la pedestre frase y me convenza de su corrección conceptual, por favor. Dos: la música es un feo y vulgar seudo-huapango sazonado con dosis masivas del pop más ramplón, donde la creatividad brilla por su ausencia. Tres: el arreglo es patético, con su cansino pulso electromecánico y su pintoresco coro infantil. Cuatro: en la interpretación predomina el estilo homogeneizado y aséptico de lo que hoy pasa por música popular y que no es más que papilla sonora predigerida, diseñada para generar altos índices de ventas entre un público absolutamente sordo e ignorante.
¿Qué se podía esperar de Alejandro Escajadillo, alias Aleks Syntek, que es una estrella de plástico fabricada y promovida por Televisa para regocijo de las hordas de yuppies babeantes que se ven reflejados en su vestimenta, su voz y su música? Lo que sí extraña y duele es la participación del otrora respetable Jaime López en la creación del texto de El futuro es milenario. El autor se permitió salir al paso de las críticas justamente enderezadas contra su shalalalalala diciendo que es un elemento genérico, este tema será escuchado en muchos países que no son de habla hispana, (pobres de ellos, ¡qué tortura inicua!), y añade que el shalalalalala es universal y es muy típico de los temas de la música folclórica mexicana. ¡Cuánta razón tiene el cantautor! Ya investigué por mi cuenta, y encontré 78 pirecuas, 153 huapangos, 322 canciones cardenches y 494 sones abajeños que contienen el shalalalalala.
Hace unos días leí que alguien calculó que con el costo de las celebraciones bicentenarias sería posible asignar algo así como 600 mil becas a estudiantes mexicanos. Y, ¿cuántas más con lo que seguramente se pagó (y se pagará de regalías) por El futuro es milenario? Consterna particularmente (aunque ya no sorprende) el hecho de que todo esto pasa por el aval impúdico de la Secretaría de Educación Pública, que lo mismo promueve la comida chatarra, que la música chatarra, que la educación chatarra. Pero no importa: nuestro Máximo Educador ya nos regañó por despotricar contra Aleks Syntek y otras glorias de la celebración bicentenaria: Los que no quieran festejar, que no festejen. Tomamos su consejo al pie de la letra, Señor Licenciado. Y ya es inminente la llegada del septiembre patrio, que se prevé espeluznante. Ni modo: Shalalalalala, conciudadanos, y a aguantar vara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario