lunes, 30 de agosto de 2010

¿No está enfermo?, permítanos crearle una necesidad. Su salud nos es rentable.

Acudir al médico siempre ha sido una necesidad para cada uno de nosotros, sin embargo, no sabemos lo que el dinero ha promovido en el sector de la salud: el negocio. La medicina genera dinero y en cantidades abrumadoras; entonces nos podemos preguntar: ¿Dónde va a parar todo ese dinero? La respuesta es: directo a las farmacéuticas, como Roché, Bayer, Novartis, Zéneca, entre las más conocidas. Estas empresas han encontrado una nueva forma de hacer negocio con la salud de todos. ¿Cómo? Creando una necesidad, para poder vender ese medicamento que tanto necesitamos.

¿Cuál es el objetivo de la industria farmacéutica? En el siglo XX, la industria farmacéutica creció con el objetivo de controlar los sistemas sanitarios de todo el planeta, mediante la sustitución de terapias naturales no patentables por sustancias sintéticas patentables con fines de lucro. Para que el crecimiento de esta industria fuera posible, fue requerida la decisión, de un puñado de empresarios poderosos económicamente y sin escrúpulos que querían hacer una inversión, identificando al cuerpo humano como una mercancía capaz de generar suficientes ingresos para sus intereses.

Pero ¿quiénes impulsaron a esta industria? Existen 2 grupos capaces de haber impulsado a la industria farmacéutica: los Rockefeller, quienes controlaban el 90% de la industria petroquímica en Estados Unidos, y los Rotschild grupo financiero de alto poder en Estados Unidos.

La doctora Ghislaine Lanctot, quien deseaba aportar un bien a la humanidad en el campo de la medicina, pudo verificar que detrás de la máscara de la bondad en el sector salud, habían negocios turbios y se manifestó con fuerza al publicar su obra La mafia medica, sin embargo, pagó muy caro al no estar de acuerdo con todas las políticas que la industria farmacéutica ha implantado, a través del “comité científico”, que organiza todo tipo de eventos de información mundial sobre medicina y es representado por la OMS.

El ser humano ha quedado como una fuente de recursos económicos inagotables para consumir los medicamentos, a veces muy caros, para padecimientos que anteriormente no existían, pero que ahora son reconocidos mundialmente, como el tratamiento del medicamento AZT o antirretrovirales contra el VIH o como el consumo de Tamiflú contra la influenza y no se pueden poner en tela de juicio la supuesta efectividad de cada medicamento, beneficiando a las empresas farmacéuticas.

A médicos como el Dr. Mirko Berljanski, quien trabajó en el Instituto Pasteur, o como el Dr. Duesberg, investigador eminente de inmunología en E.U., se les cerró su laboratorio y se les prohibió continuar la investigación que venían realizando acerca de formas alternativas para tratar al SIDA, y fueron mal vistos por alejarse de la verdad absoluta del sistema. Otro caso en particular es el del Dr. Halstead, quien era un médico de gran reputación en California, a quien se le sancionó retirándole su licencia para ejercer, además se le prohibió afirmar en público que había estudiado medicina y la razón: tratar a sus pacientes de cáncer con unas hierbas medicinales que trajo desde Japón.

Por lo tanto, basta con sentarse a pensar, sobre aquellos métodos alternativos que son de alguna manera bloqueados por patentes, que buscan cerrar toda posibilidad a usted y a mí, de obtener algún tratamiento realmente eficaz contra algún padecimiento de los que hayan surgido recientemente, como la influenza en todas sus derivaciones: AH1N1, Aviar, etc., las cuales son tratadas principalmente por Tamiflú, pero este medicamento que puede provocar apoplejías que en combinación con el anticoagulante “warfarin” puede provocar tambien derrames incontrolados. No quiero decir con esto que todos los tratamientos manejen esta misma mecánica, pero sí que al parecer, como dice la doctora Lanctot, “hay mejores y más baratos”. La OMS es el órgano representativo de la ONU a nivel sanitario y es la responsable de la educación médica a nivel mundial, sólo ella decide lo que se enseña y lo que no, lo que se aprueba y lo que no. ¿A caso en la salud también funciona la dictadura?

¿Qué sucede con las vacunas? Usted sólo sabe que hay que vacunarse por la seguridad que garantizan, pero puede ser que se haya dado cuenta de las grandes sumas de dinero que pasan a las arcas de las farmacéuticas cuando le vende a un país toda una carga de dosis para un padecimiento. Es totalmente lógico pensar sobre los grandes intereses que giran en torno a un evento de una magnitud tan tensa como lo fue la tan mencionada gripe porcina, la cual se catalogaba de muy peligrosa y en los medios de comunicación, se informaba sobre el rechazo por parte de los países de la Unión Europea de dichas vacunas, por considerarlas no seguras al no haberse verificado su efectividad, con esto se frustró la compra de millones de vacunas a nivel mundial.

Por su parte, la OMS al haber catalogado muy tempranamente la gripe porcina como altamente peligrosa, atemorizó a gran parte del mundo, cediendo a los intereses de laboratorios para vender dichas vacunas: se afirma que se le relacionó con la gripe aviar o la gripe española del siglo XX, la OMS fue objeto de crítica por parte de países de la Unión Europea por esta razón. Después del episodio que vivimos en México, las vacunas han llegado y se están aplicando cuando otros países como Francia, Inglaterra e Italia, llegaron a rechazar tales vacunas y, según las noticias, las dosis en conjunto cuestan muchos millones de dólares; ahora podemos imaginar el negocio a escala mayor por parte de empresas farmacéuticas.

Otro ejemplo claro es el cáncer; esta enfermedad sólo tiene de manera oficial 3 tipos de tratamiento: extirpación de la zona cancerígena, radiación o quimioterapia, los cuales la doctora Lanctot considera altamente peligrosos debido al riesgo que conlleva la radiación o la exposición a químicos que son agresivos contra el cuerpo humano, además sería muy bueno buscar formas alternativas para atacar este padecimiento sin lastimar tanto a las personas, pero la medicina sigue un protocolo marcado por las autoridades sanitarias mundiales, cualquiera que salga de este sistema sufrirá las consecuencias como: encarcelamiento, silenciamiento, destrucción de la reputación y retiro de la cédula profesional. Si su método alternativo funcionara, en caso de haber sido exitoso, se obliga a los desarrolladores del medicamento a firmar una patente que otorgue todos los derechos a un laboratorio particular para cancelar un proyecto que atente contra las ganancias de la industria farmacéutica, debido a eso la innovación se ha estancado.

Lanctot también menciona un punto en el que estoy de acuerdo: la mafia médica no sería posible sin la autorización del sector político de cada país, por lo tanto ellos son cómplices de todo tipo de nexos con los laboratorios que se enriquecen con base en patentes y amenazas, diciendo que de no aceptar sus condiciones de comercio, no producirán más medicamentos para sus ciudadanos. Ésta es una gran falta de ética por parte del sector de salud, prefiriendo más las ganancias a la salud de la humanidad.

Otro punto que hay que discutir es el monopolio de algunos laboratorios que a partir del uso de sus patentes, no permiten que los laboratorios genéricos elaboren dicha fórmula para crear el medicamento más barato y accesible, por supuesto que eso no les conviene porque merma sus ganancias. De forma legal no hay manera de revertir la situación, porque la OMS ha decretado un estatuto la legislación CODEX que permite eliminar la competencia de cualquier otro método innovador y apoderarse del derecho de los inventores para introducir al mercado su medicamento, sobre todo aquello que sea competencia.

Lo que queda claro sobre este tema es que, efectivamente, el dinero juega un papel muy importante, es el actor principal que mueve los poderes y, en este caso, el sector salud de todo el globo terráqueo. ¿Hay irregularidades? Por supuesto, como en cualquier institución, hay que abrir los ojos y permitir la investigación crítica en temas tan delicados, pues con la salud no se debe de jugar, pero se juega.

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