Felipa Riqueño, nahua de 49 años de Chilapa, Guerrero fue a la clínica el año pasado debido a una infección respiratoria. Le dieron ampolletas, pero se sintió peor. Al siguiente día, la vecina le hizo notar que la medicina ya había caducado. En la clínica sólo le dijeron: “Ya no hay ese medicamento, venga mañana. Si quiere, cómprelo, no es caro”.
Thelma Gómez, reportera de EL UNIVERSAL, publicó en estas páginas esa y muchas otras historias relacionadas con el Seguro Popular. Los testimonios, y también los expertos, coinciden en que ese programa del gobierno federal ha ampliado recursos y la cobertura, pero ha estado lejos de garantizar la salud de los más pobres. En los hechos, la zona geográfica, el estatus social y el tipo de afiliación siguen siendo la diferencia entre la vida y la muerte.
Ante la problemática el presidente Calderón dio en el clavo al declarar ayer: “Lo que queremos es que los diferentes seguros, IMSS, Seguro Popular e ISSSTE sean compatibles entre sí; que donde haya un hospital del Seguro Social y no exista uno del ISSSTE los beneficiarios puedan atenderse indistintamente”.
El Seguro Popular es un sistema de financiamiento que da servicios de salud a personas de bajos recursos sin empleo, que trabajan por cuenta propia o no son derechohabientes de alguna institución de seguridad social como el IMSS o el ISSSTE. Desafortunadamente el Seguro Popular tapó un hoyo para abrir otro. Duplicó las estructuras de las secretarías de salud estatales, con lo cual sumó otra ventanilla burocrática a las ya existentes. La consecuencia inmediata, de acuerdo con el investigador de la UAM, Gustavo Leal Fernández, fue que: “los estados reciben el dinero del Seguro Popular y lo usan como quieren”.
¿Y porqué no usar a las instituciones de salud como el IMSS para aumentar la cobertura? Porque eso habría significado enfrentarse a los sindicatos. Una reforma integral que homologara los diferentes sistemas de salud habría minado los privilegios sindicales.
Coherencia y unificación es lo que hace falta. El presidente Calderón lo dijo bien. La pregunta es: ¿son sus palabras sólo buenas intenciones? ¿Amables sugerencias para el gobierno próximo? ¿O se animará a reformar de fondo el sistema de Salud en los dos años siguientes?
No es exagerado decir que los obstáculos son comparables a los que enfrentó Barack Obama con su reforma sanitaria en Estados Unidos. Sin embargo, si se consiguiera, éste sería sin duda el logro más grande del sexenio de Felipe Calderón. Veremos.
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