sábado, 18 de diciembre de 2010

Serpientes y Escaleras | Salvador García Soto El año de la violencia


Si tuviéramos que definir este 2010 en síntesis, más allá de experiencias personales positivas o de crecimiento, en lo colectivo, en lo social, éste será recordado como “el año más violento” en la historia reciente de México. Muertes, secuestros, guerra, ejecuciones, miedo, palabras que resonaron a lo largo de este ciclo a punto de cerrarse y que, por desgracia, no parece que vayan a bajar de volumen e intensidad en el próximo 2011.
Sin ánimos pesimistas, y sin menoscabo de lo que cada quien haya vivido en lo individual o incluso de experiencias positivas y milagros que siguen ocurriendo en la colectividad, como el trabajo, el esfuerzo, la solidaridad, la honestidad, el amor, que aún en medio del caos se mantienen y florecen, este año que se nos quedará marcado con tonos rojos, con sonidos de balas estridentes, con gritos de terror y angustia, con las pisadas de pasos de mexicanos que se van, que huyen de su propia comunidad, de su propio país, expulsados por el horror de la inseguridad y la violencia.
Nunca en su historia reciente, salvo en los días de agitación y revuelta social del periodo de la Revolución Mexicana, este país había visto tantas muertes violentas, tantos civiles inocentes asesinados, tanta degradación moral en sus tejidos sociales. En aquel entonces, el país estaba bajo la convulsión de un movimiento armado, y amplias regiones de la República vivían en la anarquía y el caos, la ausencia de ley, y la vigencia de la ley de las armas. Hoy ocurre casi lo mismo; hay regiones enteras del país donde se vive en el caos y donde las armas, éstas del crimen organizado, imponen su ley y siembran el miedo y la muerte entre los ciudadanos que no encuentran autoridad ni Estado que los defienda.
Municipios enteros que se convulsionan bajo tiroteos, saqueos y enfrentamientos armados entre criminales y policías; reos que se fugan en masa de un penal en donde ya de por sí no había rehabilitación alguna; una mujer valiente que alza la voz para exigir justicia, que denuncia corrupción de los jueces para liberar al asesino de su hija de 16 años, y lo que recibe a cambio es indolencia y desaire de las autoridades, hasta que esos mismos criminales que segaron la vida de su pequeña y andan libres, van y la matan a ella, cazándola como a un animal, justo enfrente de las narices del gobernador de un estado, el indolente e inepto César Duarte que, teniendo enfrente de su despacho el reclamo de justicia, no se le ocurrió proteger y cuidar a una mujer que ya había sido amenazada por sus victimarios.
Esas imágenes desoladoras, indignantes, todas ocurridas en la última semana, son un fiel reflejo de lo que ha sido este año que termina en buena parte del país. Y habrá quien diga que se exagera, que se cae en el amarillismo, que se habla mal de todo un país cuando son sólo “algunas zonas”; no faltarán los intelectuales orgánicos, que haciéndole un favor al régimen —quién sabe si gratuito— recorran el país para pregonar, a voz de cuello, que “no estamos tan mal”, que “hay otros países peor que nosotros”, que “mueren más personas, estadísticamente, en Río de Janeiro, en Bogotá, en Buenos Aires”, como si a los padres de un bebé de ocho meses muerto de un tiro en Apatzingán, o a la familia de Marisela Escobedo y a todos los mexicanos que presenciamos horrorizados cómo fueron a matarla por exigir justicia para su hija, nos valiera de consuelo que “estadísticamente no seamos el país más violento”, como dicen los oficiosos intelectuales.
No sé si seamos o no el país más violento del continente, pero lo que sí sé es que vivimos en este país y la violencia que hemos sentido en este último año no tiene referente inmediato en la mente de las actuales generaciones. ¿Tiene sentido esta violencia? ¿Es un precio justo a pagar por la cruzada emprendida contra el crimen que avanza y logra resultados pero no disminuye ni la anarquía ni la violencia que parecen escalar y agravarse cada vez más? ¿Tenemos que aguantar y resistir pasivamente esto los mexicanos por dos años más ante la sordera presidencial que no escucha el clamor desesperado de muchos ciudadanos? ¿Tiene final esta anarquía?
Las preguntas nos perseguirán hasta el próximo año; difícilmente veremos cambiar algo en los primeros meses del 2011; quizás no queda más que valorar y atesorar los logros personales, los éxitos alcanzados, lo mucho positivo que aún en medio del desánimo tenemos como nación y como sociedad. Que el desánimo no nos venza y que podamos, en el año que viene, seguir en la exigencia de que vuelva la paz y la tranquilidad perdida para muchos mexicanos. ¡Adiós 2010!, ¿feliz 2011?
NOTAS INDISCRETAS…
A Francisco Blake nada le ha salido bien; llegó a Bucareli, en teoría, para “coordinar los esfuerzos en la lucha contra el crimen” y la descoordinación y el divisionismo siguen imperando en la estrategia federal contra los narcos; se dijo que venía a mejorar y conducir “el diálogo político”, y el Presidente está peleado con los priístas que le frenan sus iniciativas. Bueno, hasta en la reciente disputa interna del PAN, Blake se metió a tratar de operar para ayudar a Roberto Gil, cuando se le fueron encima los otros aspirantes, y el fracaso del inquilino de Bucareli está a la vista. Y el colmo: justo el día que da un discurso en el que pide a los ciudadanos “sacudirse el miedo” y denunciar a los criminales, asesinan cobarde e impunemente a la señora Marisela Escobedo por hacer justo eso que pedía el secretario. ¿Cuál es, entonces, el talento del señor Blake? ¿Nos dejará verlo algún día?... La tarde de ayer el periodista José Cárdenas volvió a anunciar en Twitter la liberación “en algunas horas” de Diego Fernández de Cevallos. Habló de un mensaje que recibió de la organización que menciona como “ex misteriosos desaparecedores”. Hasta el cierre de esta columna, la liberación no se había producido; especialistas en el tema de secuestros desconfiaban de la versión y aseguraban que “eso no ocurre, ningún grupo puede anunciar la liberación de un secuestro, porque comprometería su seguridad y sus objetivos”; algunas fuentes de seguridad federal decían “no tener nada al respecto”, y en sectores militares se declaraban sólo “pendientes” del tema. ¿Seguirá el caso Diego entre la desinformación, la rumorología y las pifias periodísticas?... Inmerecidas pero urgentes, los dados toman unas breves vacaciones navideñas. Se van al cajón y volverán a girar hasta el martes 4 de enero. A los lectores, nuestra gratitud permanente y el deseo real de que terminen este año satisfechos y con aprendizajes de los errores, y que el próximo sea pleno de bendiciones y realizaciones. ¡Escalera doble para cerrar el año! ¡Felices fiestas!

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