Luego de 71 años de gobierno, en el año 2000, salió de Los Pinos el Partido
Revolucionario Institucional. No fue por voluntad propia; no. El pueblo de
México, por la vía pacífica, por la vía electoral, ejerció su derecho al sufragio a
favor del cambio, en contra de la permanencia priísta en el poder.
El PRI ya había perdido elecciones en el pasado, hay quienes afirman que
en el 40, en el 52, en el 58 y en el 88 las perdieron. Sin embargo, durante los
comicios federales del 2000, el descontento colectivo, la avidez de cambio, el
hartazgo nacional, el anhelo de las masas por ‘derrocar’ a la, como la nombró
Mario Vargas Llosa, “dictadura perfecta”, eran casi totales, palpables, reales.
Y se le ganó al PRI. La gente salió a votar en contra de este partido; se votó
a favor del candidato del Partido Acción Nacional, Vicente Fox Quesada, una
de esas personas que me hacen pensar que mi abuelo, cuando decía que la
inteligencia se medía del cielo a la cabeza, tenía razón. Pero al electorado
no le importaban mucho ni las propuestas ni la inteligencia del abanderado
blanquiazul. México simplemente quería derrotar al partido tricolor.
El pueblo mexicano estaba harto del Revolucionario Institucional a causa de los
eternos fraudes electorales que impedían la alternancia en el poder; la gente
se daba cuenta de la falta de democracia que impedía la instauración de un
gobierno plural, incluyente y libre; la juventud estaba indignada a resultas del
autoritarismo que se manifestaba en represiones a campesinos, mineros y
estudiantes, y del totalitarismo que se divisaba en los tradicionales ‘dedazos’.
Familias lloraban todas las noches por los desaparecidos; las masas se
empobrecían, se marginaban, a diario a causa de las crisis económicas
provocadas por la corrupción, la cleptomanía, la negligencia, la ineptitud
priísta. Eso, y muchas cosas más, asesinatos, violencia, saqueo, afectó al país
sobremanera. El PRI trajo consigo muchos males, demasiados.
Por lo anteriormente expuesto, me sorprende que 12 años después de haber
vencido al PRI, el pueblo haya olvidado las razones por las que le arrebató el
poder a este partido. Hoy quienes manipulaban a los ignorantes diciéndoles
que si el malo era el Revolucionario Institucional, que lo tacharan en la boleta,
quienes decían que el PRI era el único partido político mexicano basándose
en sus colores, hoy esa clase de políticos vuelven a encabezar las encuestas,
pretenden retornar al poder.
El hecho de que el PRI haya recuperado popularidad no se debe a que
representen una nueva generación de políticos; no; es a resultas de la escasa
memoria de los mexicanos. Porque es mentira de que sean un nuevo PRI. Son
los mismos, pero aprendieron de sus errores; ahora vienen más colmilludos y
experimentados. Si, insisto, el pueblo de México tuviese más memoria y menos
recuerdos, otro gallo cantaría. No obstante, aún no es tarde para recordar. Y
la mejor arma para combatir al PRI es la memoria de los mexicanos.
A crear
conciencia.
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