Se extraña el humor, la ironía, el sarcasmo, la precisión inteligente de Porfirio Muñoz Ledo. Pero más que eso, las estupendas sesiones de análisis que solía realizar junto con sus invitados en Bitácora Mexicana, el programa de televisión del canal 34 donde sorprendió por sus excelentes dotes de entrevistador y conductor o moderador; de organizador con sentido de la lógica discursiva grupal.
No pensé que un día fuera a elogiar tanto a Muñoz Ledo. Cuando estudiante en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, le escuché una conferencia y le interpelé sobre si su suerte de saltimbanquismo del PRI a la oposición no sería un eco del santanismo del siglo XIX (leía a Agustín Yáñez por entonces) y como joven contestatario le cuestioné sobre su elegante vestimenta que evidentemente contrastaba tanto con su discurso como con las chamarritas del público. Porfirio contestó de manera amable y hasta divertida. Una breve nota al respecto se publicó al día siguiente en el Uno más Uno.
Más allá de sus críticos y detractores, Porfirio ha sabido sortear los enredos de la política y no ha dejado de ser ajonjolí de todos los moles y sin mancharse (ni con Fox al parecer), de acuerdo a una coherencia discursiva propia que lo ubica aparentemente del otro lado del agua. Sea con Echeverría, Cuauhtémoc, Fox o López Obrador, Porfirio sabe construir y explicar teóricamente su coherencia en las propias vértebras de la contradicción. Que se le crea o no, es otro problema. Porfirio es ambos, inteligencia y folclore. Parte del color del país. Posee el perfil del cínico simpático y la solemnidad oratoria del patriota consciente de la historia. Tiene el arrojo de romper con el PRI, de interpelar a Miguel de la Madrid o la gracia de explicar el disfrute del whisky.
A partir de enero y con el argumento de la modernización del canal, el cumplimiento de ciclos y el supuesto bajo rating de este tipo de programas, fue terminada la emisión, entre otras, de Bitácora Mexicana. Lamentable acto anunciado por la nueva directora del canal, la ex perredista Marcela González Salas, cuya decisión, señala Porfirio, habría que atribuírsele a Eruviel Ávila o a Enrique Peña Nieto o a ambos (recuérdese que el primero fue el único de los precandidatos al gobierno del Estado de México en no asistir como entrevistado del programa). Eliminan así, como ha señalado Jenaro Villamil en Proceso, política y cultura para convertir la televisión pública mexiquense, nuevamente Muñoz Ledo, en una “imitación barata de la televisión privada”. Y añade, “los que no leen libros no toleran programas donde se comentan libros”, los nuevos directivos “sólo aspiran a entretener sentimientos locales y elementales”.
Durante los cinco años que duró la transmisión dominical, Muñoz Ledo e invitados ofrecieron una aproximación crítica a temas variados de la política y la cultura; una estupenda rareza en la televisión actual. Por ello se extraña Bitácora Mexicana (se echa de menos también la presencia de Jorge Saldaña en ABC Radio, quien salió aparentemente por motivos de salud). La absurda decisión de erradicarla significa una grave señal, pues entra en la dinámica del silenciamiento, o al menos del acotamiento, de las voces críticas, de los puntos de vista distintos a los de la abrumadora mayoría de la televisión comercial que no pretende más que administrar dosis de entretenimiento vacuo y somnífero.
Ojalá que esta expresión cesada y otras semejantes encuentren pronto un cauce alterno. Mientras tanto, se puede ver en Youtube algunos de los magníficos, a veces brillantes, programas de la Bitácora de Porfirio.
Video: Análisis sobre la izquierda, parte 1. Muñoz Ledo acompañado de Enrique Semo, Patricia Galeana y Víctor Flores Olea:
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