Hace seis años un panista de cuna, hijo del michoacano Luis Calderón Vega, idealista y fundador del Partido Acción Nacional, en su pre y campaña política a la presidencia de México, despertó grandes expectativas de solución para México, ya que aseguró que con él, si se iba a dar el cambio de gobierno que los mexicanos esperaban.
Esto lo decía el candidato Felipe Calderón Hinojosa, porque quería desligarse del entonces presidente panista también, “El Baboso de las botas”, Vicente Fox Quesada, quien solo había engañado a los millones de ingenuos que votaron por él.
Los mexicanos, aunque no estaban conformes con el gobierno de Fox Quesada, pero como tampoco querían que los priistas regresaran a Los Pinos, le dieron la oportunidad a Calderón Hinojosa de llegar a Presidente de México, dado que creyeron en los eslogan que manejó durante su campaña: el de “las manos limpias” y de “el presidente del empleo”.
Además, porque fusilándose “las propuestas populistas” del gran peligro para México, el candidato perredista, Andrés Manuel López Obrador, prometió que iba a bajar los precios de los energéticos, los de la canasta básica y los sueldos de sus funcionarios.
Después de una muy controvertida y hasta ahora no aclarada elección, el primero de diciembre del 2006, Felipe Calderón entró por la puerta de atrás del Recinto legislativo de San Lázaro y apoyado por los muy convenencieros priistas, tomó posesión como presidente de la República.
Como todo un buen rajado, desmintiendo rotundamente sus promesas de campaña, recién iniciada su gestión presidencial, aumentó el precio del maíz, consecuentemente el de las tortillas, que tenían un costo por kilo de seis pesos, hoy lo venden a catorce y más.
Con los constantes gasolinazos (aumento mensual de los combustibles, ha provocado que se disparen todos los precios de la canasta básica hasta las nubes, la carne de res subió mínimo un cien por ciento, el huevo, el queso, la leche, frijol, arroz, aceite comestible del más económico que costaba diez y ocho pesos, no se consigue en menos de treinta y cinco. etc., etc.
Por si esto fuera poco. Con el propósito de legitimarse como presidente y además demostrar que es muy valiente, Felipe Calderón declaró su estúpida guerra en contra de la narco delincuencia, sacando de sus cuarteles a las Fuerzas Armadas del país para enfrentarla.
Todo mundo sabe que estos elementos militares no tienen capacidad, ni la instrucción adecuada para ejercer como policías, quienes además, ávidos de satis factores de todo tipo, en cuanto se encontraron en las calles, incurrieron en hechos delictivos, como el robo y saqueo de las viviendas que catean, en algunos casos violación de mujeres y niñas, incluso levantones, secuestros extorsiones y asesinatos. Por lo que resultó peor el remedio que la enfermedad.
Qué decir de la actuación de los federales al mando del muy cuestionado por sus nada honestas actuaciones, el inamovible Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, a quien incluso sus subordinados han denunciado de corrupto.
Al término de su mandato, esta guerra de Calderón Hinojosa, muy posiblemente rebase los setenta mil muertos, muchos de ellos inocentes, niños, niñas y adolescentes, a quienes ha dado en llamar víctimas colaterales, sin ningún resultado positivo.
Contrario a su publicidad, “la droga si está llegando a los hijos de los mexicanos” Los capos que dice han sido capturados o abatidos, se han multiplicado como verdolagas. Aparte de los delitos del fuero federal como el narcotráfico, por el descontrol de los delincuentes por estas corruptas acciones, los delitos del fuero común aumentaron y se expandieron en diferentes giros.
Esta batalla Felipe Calderón la perdió desde el principio. Empezando por la credibilidad en su eslogan de “las manos limpias”, ya que corrieron fuertes rumores acerca de que tiene parentesco político con el narcotraficante sinaloense, Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, a quien solo en los últimos meses se dice que lo ha atacado, pero antes no lo tocaba ni con el pétalo de una rosa.
Como resultado de su estupidez, provocó también, que su otro eslogan: “El presidente del empleo”, se fuera a la tiznada, pues su guerrita ha ocasionado el cierre de miles de negocios y consecuentemente la desaparición de cientos de miles de empleos, mismos que prometió generar. Daño que pretende ocultar con falsas estadísticas, que son desmentidas en cuanto aparecen.
En relación con los aumentos al salario mínimo. En los casos en los que ha habido, son ridículos dos o tres pesos diarios, mientras los precios al consumidor suben del 50 al 200% Eso sí. Ellos como funcionarios se despachan con la cuchara grande, aumentándose sus sueldos y otorgándose aguinaldos millonarios, como si lo merecieran y justificaran. ¡Pinches corruptos pitufinos!
En cuanto a su partido, Acción Nacional. Emulando a los corruptos priistas, anteriormente muy criticados por él y sus correligionarios, asumió el papel de gran elector.
Al inicio de gestión, por ser su amigote, impuso al inútil de Germán Martínez como presidente nacional. Como éste no ganó ninguna elección, volvió a la carga, pero esta vez con César Nava Vázquez, que con el debido respeto para los perros chihuahueños, ladraba como ellos, pero al final, como Germán, sonó estéreo.
La última de sus imposiciones, fue el senador con licencia chihuahuense Gustavo Madero, quien contrario a su antecesor, “El Apostos de la Democracia” Francisco I. Madero, intentó implantar la dictadura en el PAN, pero el TRIFE lo mandó a freír espárragos en su casa materna.
Con estas actitudes y corrupciones de Felipe y sus presidentitos panistas, ha logrado que su partido, en el que por decenas de años se confió como una verdadera alternativa de gobierno honesto, por sus principios doctrinarios y Proyecto de Nación, en las elecciones del 2012, se iré al sótano, pero al bote de la basura y la cloaca.
Todo esto por ser deshonestos, corruptos, cómplices de asesinatos y hombres sin palabra. Mi padre decía: Pepe, respeta siempre la palabra que empeñes, pues de no ser así, jamás merecerás tan honroso calificativo.
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