domingo, 8 de enero de 2012

El México de Calderón y el México de Carstens-- JOSÉ LUIS CAMACHO ACEVEDO

Regularmente prefiero no abrumar al lector con una página llena de cifras y cifras porque, supongo, como dicen las reglas escritas por Miguel Ángel Bastenier en su curso de periodismo titulado “EL Blanco Móvil”, se debe tratar de orientar a sus improbable lectores sobre las causas que producen los acontecimientos y los contextos en que éstos se dan. Y no enredarlos con una numerología que no les es necesaria para entender si un momento como el que vivimos en México es malo o bueno.

Simplemente tratar el analistas en los medios persigue como fin el apoyar al lector en sus percepciones con algunos datos y algunas opiniones.

El periodismo de investigación, que presenta documentos, cifras, hechos filmados o grabados, ya es otra cosa.

El presidente Felipe Calderón al iniciar el año desdobló sus actividades.

Primero se metió a la camiseta de dirigente real del PAN y elucubró, tal vez aconsejado por su cuñado Juan Ignacio Zavala (de turbios antecedentes en materia de contratismo) y el “demócrata” ( que así se define en su perfil que aparece en sus cuentas de redes sociales) Juan Molinar Horcasitas, y se sacó de la manga la idea de hacer para los aspirantes panistas a la candidatura presidencial, una “Consulta Indicativa”.

Este mecanismo, que era un burdo intento por forzar el posicionamiento que no alcanza por sus propias limitaciones Ernesto Cordero, tuvo que abortar ante el rechazo de Josefina Vázquez Mota y de Santiago Creel, respaldados por un importante número de los panistas más influyentes del país.

Pasado ese bochornoso momento, el presidente Calderón lanzó un mensaje de año nuevo en el que pinta un país lleno de logros.

Un México con grandes posibilidades de progreso en 2012, con acciones realizadas por su gobierno que cambiarán el destino de nacional generando empleos, reduciendo la pobreza, terminando con la inseguridad y acabando con la corrupción en todos los niveles del gobierno.

Solamente dos días después, el gobernador del banco de México, Agustín Carstens, el cinco de enero dio a conocer el panorama del país con miras al 2012.

Carstens dijo que no habrá crecimiento para generar los empleos que se necesitan. Aseguró que México está amarrado al destino de la economía norteamericana, pero con la agravante de que en medio de la globalización, estamos expuestos a que nos deprima económica y socialmente, la crisis de la zona Euro que no acaba de terminar. Y por el contrario los pronósticos de su recuperación son muy desalentadores.

Carstens es un profesional de las finanzas. No juega con los números políticamente.

Además como hombre inteligente que es, sabe que muy probablemente le corresponda seguir en su cargo con un mandatario de oposición al partido del presidente. En la mayoría de sus acciones, Carstens se ha mostrado apartidista, si no es que en ocasiones parece pensar diferente en lo económico que los militantes del PAN.

El México que ve Carstens es muy diferente al que ve Calderón.

Carstens nos plantea la realidad fría de los números de la economía mundial y los contextos políticos y sociales en donde ocurren las crisis que tienen al mundo al borde de un colapso de grandes dimensiones.

El gobernador del Banco de México se prepara para cohabitar con Enrique Peña Nieto o con Andrés Manuel López Obrador a partir de diciembre del presente año. Y sus declaraciones que contradicen el ánimo electorero del presidente Calderón que sigue creyendo que los mexicanos se tragan la píldora de que vivimos en un mundo feliz, son un mensaje de Carstens para los esos candidatos únicos mencionados, no para el presidente Calderón, quién por lo demás, estructuralmente, no es su jefe.

A ese tipo de discurso presidencial nos debemos acostumbrar los mexicanos de esta fecha al primer domingo de julio venidero.

Un discurso cínico, lleno de verdades a medias, pleno de promesas y siempre cuidando la faceta electoral del momento y no la reconstrucción de un país que se debate entre las peores crisis: la económica y la de seguridad.

Felipe Calderón apenas si tiene tiempo de limpiar la casa. Su obsesión de que Ernesto Cordero sea candidato primero y después presidente de la república, es una actitud enfermiza que le hace perder un valioso tiempo para ponerse a trabajar y entregar la administración limpia, cuando menos, de los más graves pendientes.

Por decir alguno que se ha convertido en debate ciego. La inversión de PEMEX en Repsol. Por una parte el consejero independiente Rogelio Gasca Neri, asegura que fue mal planeada esa inversión. Y que los conflictos económicos de la eurozona no hacen recomendables inversiones si no tienen una rápida recuperación.

En cambio en PEMEX insisten, a pesar del desacuerdo que existe entre el gobierno del derechista Mariano Rajoy, en tener más influencia en las decisiones de la petrolera española.

Grave que entre dos personajes claves para generar el crecimiento del país, como son Calderón y Carstens, existan dos visiones tan diferentes de un mismo México.

Pero ni hablar, solo nos queda prepararnos para defender lo que nos queda, porque con esas dos visiones de México tendremos que arar, Sancho.

No hay comentarios: