Arturo Sarukhan, embajador de México ante Estados Unidos, considera como un avance importante el que Barack Obama haya impuesto a las armerías de los estados fronterizos “la obligación de reportar al Gobierno Federal, al Departamento de Justicia, la venta múltiple de armas de asalto”. Y es que la guerra de Calderón ha proliferado porque, entre otras cosas, la frontera se ha convertido en el paraíso del tráfico de armas. Justo lo que al sur de Suecia no se desea que suceda.
La criminalidad ha crecido en Malmö, antigua y pequeña ciudad al sur de Suecia cuya población está formada por alrededor de un 30% de inmigrantes, muchos latinoamericanos entre ellos (y donde naciera Anita Ekberg). La población se ha alarmado porque en 2011 hubo siete ejecuciones violentas. Sí, siete. La más reciente, la de un adolescente la noche del año nuevo. Respuesta inmediata. Una concentración para protestar contra la violencia, contra el ilegal uso de armas, y en demanda del aumento de la pena por la portación de las mismas y del esclarecimiento de los crímenes.
Los organizadores de Malmö no desean que la ciudad de 300 mil habitantes, por su ubicación estratégica, se convierta en el paso de armas, drogas y prostitución hacia el resto de Escandinavia. Y existe ese riesgo. Claro, “no estamos en absoluto como en México, pero como el fenómeno se universaliza, procedemos y llamamos a pararlo a tiempo; un crimen es suficiente”, me dice sonriendo tímidamente un organizador de origen chileno. El detonador ha sido el disparo a quemarropa a la cabeza del joven de quince años.
Sorprende la respuesta. En la céntrica plaza Gustav Adolf se congregaron cerca de cinco mil manifestantes. Realizaron actos artísticos varios e iluminaron la noche con velas, veladoras y consignas.
Al registrar lo anterior, pienso que en México, con decenas de miles de crímenes y muertos, no sucede nada. Y cuando ha podido suceder, el clamor popular ha sido silenciado. Por su parte, los encargados del gobierno mexicano no han atacado de raíz los problemas que aquejan al país. En relación a las armas, Sarukhan se complace sólo con observar lo que lentamente hacen las autoridades del país de su embajada, quienes “tienen que ir avanzando en controlar, detener, reducir, ese flujo de armas”. Mas no específica, por ejemplo, si le pasarán copia del reporte al gobierno mexicano, si lo utilizarán o servirá para alguna acción particular. Se sobreentiende que la compra-venta al menudeo proliferará sin reporte alguno (Pancho Villa fue un maestro en ello), que la venta al mayoreo pudiera darse en otros estados, que se torcerán las rutas, etc. Mucho menos habla de la velocidad del avance en el control del tráfico.
En una pequeña provincia sueca acechada por la sombra de la criminalidad, donde empieza a sentirse la inseguridad nocturna por las calles, la población ha reaccionado y espera que su policía y su gobierno escuchen y tomen medidas concretas. En México, el miedo y la complacencia marcan un silencio social que, áfono, no deja de clamar voz en cuello justicia y paz. ¿Cuándo se alcanzarán?
P.D. Malmö 6 de enero 2012. Plaza Gustav Adolf:
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