viernes, 20 de enero de 2012

Mancera, ganador, necesita a @Ale_BarralesM y a @rojas_cm-- FEDERICO ARREOLA

Aun admitiendo lo obvio, que Miguel Ángel Mancera es un innegable activo político para la izquierda capitalina, con objetividad debe admitirse que son, cuando menos, engañosos los resultados de las tres encuestas que, la tarde de ayer, el PRD, el PT y Movimiento Ciudadano dieron a conocer antes de seleccionarlo como su candidato a la jefatura de gobierno del Distrito Federal.

Lo son porque no tomaron en cuenta tres factores, inexistentes o muy recientes y, por lo tanto, de difícil o imposible medición, cuando tales experimentos demoscópicos se aplicaron.

El primero de esos factores es la candidatura panista de la señora Isabel Miranda de Wallace.

El segundo es la actitud de rebeldía, casi de ruptura con los mencionados partidos de izquierda, de la persona que quedó en segundo lugar en las encuestas, cuyos resultados no acepta porque los considera de alguna manera truqueados: Alejandra Barrales.

El tercero es la crisis que para el actual gobierno del Distrito Federal podría presentarse si Marcelo Ebrard y Manuel Camacho no reparan el honor lastimado, por así decirlo, del ya ex secretario de Turismo capitalino, Alejandro Rojas Díaz Durán, quien fue obligado a renunciar a su cargo porque, supuestamente, al apoyar a Mancera desde Madrid (algo a lo que tiene derecho cualquier ciudadano mexicano, de acuerdo a nuestra Constitución) enturbió el proceso de selección de candidato a la jefatura de gobierno.

Más allá de que hay un sesgo en el hecho de preguntar por demasiados aspirantes (¡cinco!, los ya mencionados Mancera y Barrales y los que quedaron mucho más abajo: Martí Batres, Joel Ortega y Gerardo Fernández Noroña), lo cierto es que cuando las empresas Covarrubias, Nodos y Buendía aplicaron 3 mil cuestionarios cada una, lo hicieron (1) en un contexto de “unidad” de la izquierda, que quizá ya no existe por el descontento de Barrales; (2) en un escenario en el que, sin duda, el gobierno ebrardista estaba perfectamente cohesionado, lo que ya no es real por causa del fulminante cese de Rojas no por haber incumplido con su trabajo, sino por haber expresado una opinión, y (3) en una situación de debilidad extrema del PAN que no sabía cómo presentar una candidatura fuerte, ya que si bien la señora Miranda de Wallace fue nominada poco antes de que los estudios se hicieran, no ha habido tiempo de que los habitantes del DF se den cuenta de que ella, líder de primer nivel en la lucha ciudadana por más seguridad en la Ciudad de México, representa ahora a un partido en la contienda por la jefatura de gobierno.

Cuando los capitalinos terminen de asimilar la idea de que la prestigiada Isabel Miranda de Wallace es candidata del PAN, necesariamente este partido le quitará votos al PRI, que seguramente postulará a Beatriz Paredes, pero sobre todo a la izquierda, ya que al ser la mencionada activista por la seguridad una ciudadana apartidista neutraliza las que eran hasta ahora las dos principales cartas de presentación de Mancera: su trabajo por la seguridad de los capitalinos, en el que sus méritos son por lo menos los mismos que los de Wallace, y su posición de ciudadano sin partido, que comparte ahora con la mujer que representará al PAN sin militar en este instituto político.

En el tema del apartidismo como virtud, que tanto ha beneficiado a Mancera al interior de la izquierda, Miranda de Wallace lleva una ventaja: ningún panista le ha exigido lealtad a los principios del partido. El caso de Miguel Mancera es diferente: como le han demandad en tonos hasta agresivos un mayor compromiso con los partidos de izquierda, este ha tenido que caer en conductas aparentemente triviales y hasta cursis, pero que anuncian problemas mayores, como vestir corbatas del color, el amarillo, del mayor de los partidos de la alianza que lo apoya, el PRD.

Hasta dónde va a llegar la rebeldía de Alejandra Barrales, no lo sabemos. Hay tres posibilidades: la más viable, negocia una candidatura de izquierda al Senado y apoya desde esa posición a Mancera; la menos viable, se va con la candidata del PRI, algo que sería catastrófico para el futuro político de Barrales, o la medianamente viable, se suma a la candidata sin partido Miranda de Wallace, no al PAN, que conste, en un proyecto ciudadano y apartidista de transformación de la Ciudad de México.

Mancera, pues, debe tener mucho cuidado al operar, él mismo o a través de Camacho y Ebrard, el futuro político de su ex pareja… Ex pareja, sí, algo que complica las cosas ya que, en general, la gente no soporta que la persona con la que ha tenido una relación sentimental, y Mancera y Barrales la tuvieron –más o menos larga, más o menos buena– le derrote casi inmediatamente después del rompimiento en una disputa fuerte, como por ejemplo la custodia de los hijos, si los hubiera (en este caso no los hay), la repartición de bienes cuantiosos, que tampoco es el caso, o la pelea por el poder político.

¿Y Alejandro Rojas? El ex secretario de Turismo del DF no es Martí Batres. Es decir, no aceptará sin pelear que Ebrard y Camacho lo desechen como kleenex inservible después de haberlo usado tanto tiempo. Si no le dan una satisfacción, Rojas va a pelear por su honor, y si lo hace con el coraje que mostró cuando, en sus épocas juveniles, se opuso al autoritarismo del PRI, a Mancera se le van a complicar excesivamente las cosas.

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