jueves, 1 de octubre de 2009

Debilidad institucional, sí, pero sobre todo ilegitimidad de Calderón



Por Federico Arreola
01 de Octubre, 2009 - 01:55
Casi son las doce de la noche del miércoles 30 de septiembre. Hace rato salí de la casa del senador Dante Delgado, de Convergencia. Me junté con él y con otras personas para, simplemente, hablar de política. Se trató de una reunión de amigos en la que, de manera natural, llegamos a la conclusión de que las cosas en México siguen mal e inclusive empeorando día a día.

Antes de dormir he decidido ver las páginas web de los periódicos mexicanos. En la de El Norte de Monterrey, diario que dio origen a Reforma de la Ciudad de México, he leído lo siguiente al lado de una fotografía del juego de futbol que México perdió frente a Colombia: "Admite Calderón debilidad institucional". Eso está bien. Pero, por supuesto, para convencer de que realmente quiere cambiar el rumbo en forma positiva, Calderón ahora va a tener que admitir su propia ilegitimidad.

Calderón, un gobernante absolutamente rebasado por la dura realidad, acertó, sin duda, al decir que no se podrá derrotar al crimen organizado si no se corrige el problema de tener policías y autoridades corruptas. Eso, en efecto, es verdad, ya que la corrupción es el mayor de los males que aquejan a la sociedad mexicana. La corrupción, sí, que lamentablemente se fortaleció cuando los líderes de no pocas de las instituciones nacionales decidieron participar en el ilegal proyecto de derrotar, mediante el fraude electoral, al candidato presidencial de izquierda en 2006.

La autocrítica de Calderón, pues, para que fuera creíble debería partir de reconocer que él llegó al poder gracias al fraude. Si lo hiciera, adquiriría el mínimo de la autoridad moral que le hace falta para enfrentar con posibilidades de éxito a la crisis económica y social que está destruyendo a México. No lo hará, no es tan inteligente. Así que, ni hablar, las cosas se van a poner todavía peor.

El que tenga uno a la mano, que se abroche el cinturón. Porque la turbulencia que viene se ve sencillamente terrible

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