Si alguien ha demandado con insistencia las arbitrariedades, la ilegalidad y la corrupción de los gobiernos que acabaron con los ideales de la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana, ha sido Andrés Manuel López Obrador.
Y aunque ninguna de las demandas ha sido atendida por las instituciones encargadas de impartir justicia, el hecho de señalarlas y darlas a conocer abre la posibilidad de que en algún momento se haga justicia. Sus años como luchador social y político comprometido con la patria no han sido en vano porque el Movimiento Nacional que encabeza es hoy en día la única opción pacífica para llevar a cabo, como él dice, la cuarta transformación de México.
A pesar del desastre que constata en sus recorridos por todo el país, López Obrador se muestra optimista ante el futuro. En su discurso del pasado sábado 20 de noviembre, frente a miles de seguidores en el Hemiciclo a Juárez, dio una cátedra de historia de México acompañada de una reflexión profunda. Dijo que su optimismo se fundamenta en lo que escucha, ve y recoge en sus recorridos por el país, porque son muchos los hombres y mujeres conscientes que hay en todos lados, y que esos admirables mexicanos trabajan diariamente para despertar y organizar al pueblo.
Habló de la formación de los comités en comunidades, pueblos, barrios, colonias y unidades habitacionales que están convenciendo a otros ciudadanos para que sean protagonistas del cambio verdadero. Aunque los medios de comunicación insisten en descalificar lo que ha logrado Andrés Manuel en los últimos cuatro años, la verdad es que ha sido mucho el avance en la organización del Movimiento. Lo digo porque me consta. Y por eso yo también tengo optimismo.
En cada municipio, en cada pueblo pobre que visitamos por segunda vez se percibe la organización de la gente y, sobre todo, el entusiasmo que a pesar de la terrible situación no ha disminuido. Somos millones los que estamos dispuestos a seguir luchando de manera pacífica al lado de Andrés Manuel, siguiendo la ruta que él ha trazado para rescatar a México.
Me pregunto, ¿cómo podríamos soportar lo que está sucediendo si no conserváramos la esperanza, si no tuviéramos más salida que la resignación? Tiene razón Andrés Manuel en mirar hacia adelante con optimismo, porque todos los días la gente le refrenda su apoyo y sigue confiando en que el cambio llegará tarde o temprano.
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