sábado, 6 de noviembre de 2010

México SA-- Migración infantil en AL-- Seis millones expulsados-- Empleo súper eventual-- Carlos Fernández-Vega

Dos organismos especializados (Cepal y Unicef) divulgaron ayer una información escalofriante que pone en su exacta dimensión el verdadero alcance del desarrollo humano en México y el resto de América Latina: poco más de 6 millones de niños y adolescentes latinoamericanos han emigrado de sus respectivos países (ya sea a naciones vecinas o a Estados Unidos) en busca de empleo y mejores condiciones de vida, y lo han hecho solos o, en el mejor de los casos, en compañía de sus progenitores o de uno de ellos, aunque ello les ha acarreado severas violaciones a sus derechos humanos debido a su condición migratoria o la de sus padres.

De acuerdo con los citados organismos, los flujos actuales de migración, sus causas y el impacto en los países de origen, tránsito y destino han posicionado a la migración como un gran desafío para los Estados, sociedades y especialmente para los propios migrantes. Se estima que 6 millones de personas de América Latina y el Caribe han emigrado dentro de la región y alrededor de 25 millones a Estados Unidos y Europa. Aunque el número exacto de los niños migrantes no se conoce, las estimaciones recientes sugieren que alrededor de uno de cada cinco de ellos es un niño o adolescente (las niñas un poco más numerosas que los varones). Sin embargo, estos números no incluyen los muchos niños que han quedado atrás por los padres migrantes (uno o ambos) o niños que nacen con padres migrantes que han obtenido o no la nacionalidad del país de destino.

Millones de niños latinoamericanos enfrentan a graves limitaciones a sus derechos humanos debido a su condición migratoria o la de sus padres. Las cada vez más restrictivas políticas migratorias, la xenofobia y la discriminación, así como la trata de personas, son algunos de los riesgos y abusos que los migrantes pueden sufrir, sobre todo si tienen una situación migratoria irregular. Estas vulnerabilidades no están uniformemente distribuidas y dependen de la edad, sexo y país de origen de los migrantes. Hacer frente a estas vulnerabilidades requiere esfuerzos concertados y la actuación tanto de los países de destino como de origen. En América Latina y el Caribe, las causas fundamentales de la migración son variadas y complejas. Cada año se registra un gran número de niños no acompañados que emigran con la esperanza de reunirse con sus padres o para huir de la violencia y la explotación, subrayan Cepal y Unicef.

La falta de oportunidades para los adolescentes en sus propios países en términos de acceso a la educación y la calidad de vida, así como la creciente inseguridad y la violencia a la que este segmento poblacional está expuesto también presiona más y más la emigración de los adolescentes, quienes generalmente lo hacen a través de canales irregulares. Los niños y adolescentes migrantes son uno de los grupos más vulnerables. La falta de protección social y jurídica, así como el desconocimiento de sus derechos como migrantes, los convierten en particularmente vulnerables y los exponen a pesadas cargas de trabajo, a la trata de personas con fines de explotación laboral o sexual y el abuso físico y sexual. También están expuestos regularmente a situaciones humillantes que dejan profundas cicatrices emocionales. En particular las niñas, los adolescentes suelen experimentar el abuso y la violencia durante el viaje, sobre todo en los controles fronterizos.

Durante la última década ha habido un aumento significativo en la migración de mujeres de muchos países de la región. Su migración ha sido impulsada por el desempleo, cambios en sus perspectivas económicas y sociales, o la necesidad de garantizar ingresos adicionales para apoyar a la familia y a sus niños. Las mujeres también emigran para escapar de la violencia sexual, el abuso, el estigma social o la presión para casarse.

La detención de migrantes, indocumentados, especialmente niños y adolescentes, es visto con preocupación por varias organizaciones. Si bien los estados en América Latina han reafirmado en repetidas ocasiones su compromiso a no criminalizar la migración infantil, lo cierto es que la legislación vigente en varios países de la región establece acciones punitivas sin ningún tipo de protección especial para los niños migrantes. En la mayoría de esas naciones no hay leyes especiales para estos casos, por lo que los niños generalmente reciben el mismo trato que los adultos. A pesar de todo, para la Cepal y la UNICEF la migración puede tener un impacto positivo en la vida de los niños, porque tendrían mayores oportunidades de desarrollo en términos de educación, salud y desarrollo psicosocial. Las remesas ayudan a proporcionar alimentos, vivienda, mejor salud y educación”.

Aun así, lo anterior no elimina lo escalofriante que resulta la expulsión de más de 6 millones de niños y adolescentes por razones económicas y sociales, o lo que es lo mismo, por falta de desarrollo y exceso de discursos. De hecho, los organismos asumen que el impacto de la migración sobre los niños debe considerarse en el contexto más amplio de la pobreza y las disparidades entre y dentro de los países.

Las rebanadas del pastel

De la lectoría, sobre la realidad laboral y las cifras históricas presumidas por el inquilino de Los Pinos y jilgueros que lo acompañan: “mi hija, una jovencita universitaria recién egresada vio un anuncio de empleo en una página del gobierno para trabajar como asistente del área de cultura del Club Alemán. Hizo su solicitud, presentó examen de aptitud, llenó los requisitos correspondientes –entre los que estaba la afiliación al IMSS–, y pese a que era poca la paga, aceptó el trabajo del cual no era la única aspirante. Todo parecía perfecto, al fin mi hija tendría un trabajo y se presentó a laborar en el sitio y hora indicado y firmó un contrato por 28 días. No habría nada de raro en esta historia de no ser porque exactamente a la semana de haber iniciado labores, su jefe inmediato le llamó para decirle que se presentara en el departamento de recursos humanos a firmar su renuncia voluntaria porque el Club ya no requería de sus servicios inventando un sin fin de pretextos. El detalle que llamó poderosamente mi atención fue que ella era una de las cuatro personas que había sido contratada en un lapso de ¡UN MES!, para ese mismo puesto y que todos habían corrido con la misma suerte. Mi pregunta es: ¿será a ese el tipo de empleos récord a los que se refería Felipe Calderón?” (por obvias razones, nos reservamos el nombre de la denunciante).

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