sábado, 6 de noviembre de 2010

Terror en Matamoros, Morelia, Monterrey... ¡en todo México!--- Federico Arreola

Ayer viernes fue un día de "victoria": el gobierno de Felipe Calderón se cubrió de "gloria" acabando con la vida de otro jefe de jefes de la mafia del narcotráfico.


Cada dos semanas, por cierto, cae el "capo mayor", cada dos semanas eso se celebra en Los Pinos como si se tratara del final de la Segunda Guerra Mundial y cada dos semanas los mexicanos nos damos cuenta de que esos "enormes triunfos" contra el crimen organizado no eliminan el horror en el que vivimos, sino que lo incrementan.


Ayer viernes, en unas cuantas horas, el país pasó de la falsa "dicha inicua" de haber destruido, en Matamoros, Tamaulipas, a "Tony Tormenta" (Ezequiel Cárdenas Guillén) al terrorismo verdadero que paralizó a la bellísima ciudad de Morelia, Michoacán.


Mientras ayer viernes, alrededor de las siete de la tarde, en las páginas web informativas se daba cuenta del gozo del gobierno por la muerte de "Tony Tormenta", en twitter los habitantes de Morelia decían que había gasolineras incendiadas en varios puntos de la capital michoacana. Los morelianos lo dijeron tantas veces y con tanto miedo que, ya hacia las nueve de la noche, la "histórica" caída del líder del Cártel del Golfo dejó de ser la noticia relevante. Es que, sin duda, lo que se vivió en esa ciudad fue sencillamente terrible.


Y bueno, ya el sábado muy temprano, antes de las cinco de la mañana, despierto porque un amigo de Monterrey me llama para informarme que, en las redes sociales, se habla de nuevas balaceras en la Sultana del Norte. Lo confirmo viendo twitter en mi BlackBerry: "Los tiros fueron por la plaza de la purisima centro de #monterrey".


Todo esto nos ha hecho olvidar el espanto que sentimos durante la semana por el descubrimiento de narcofosas en Acapulco, Guerrero. Y, lo peor, sabemos que no pasarán muchos días antes de que olvidemos el miedo de la gente en Morelia porque ocurrirá otra matanza de jóvenes en Ciudad Juárez, Chihuahua; nuevos enfrentamientos armados en Cancún, Quintana Roo; otras acciones de violencia en las playas de Nayarit y Jalisco, o la aparición de más balaceras en Reynosa, Tamaulipas.


Es muy alto el precio que la sociedad mexicana está pagando a cambio del "honor" de que Felipe Calderón presuma "victorias" parciales que nada solucionan en su indudablemente perdida guerra contra el narco.


Y pensar que Calderón metió al país en tan escalofriante dinámica de violencia solo porque le interesaba hacer algo tan impactante que le brindara la legitimidad que no obtuvo en las urnas electorales.

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