jueves, 24 de febrero de 2011

Editorial EL UNIVERSAL Elecciones con certidumbre

En entrevista con EL UNIVERSAL, la presidenta del Tribunal Electoral federal, María del Carmen Alanís, asegura que la certidumbre jurídica marcará la elección presidencial de 2012. Ojalá así sea. Después de la experiencia posterior a los comicios del 2 de julio de 2006 es de suma importancia que, como el Trife, todas las autoridades electorales involucradas, así como los partidos políticos puedan garantizar resultados a prueba de dudas.
Uno de los asuntos más controvertidos en la pugna política de hace casi cinco años fue el recuento de cada voto. En su momento, la legislación no consideraba escenarios ante una variación —entre el primero y segundo lugar— de menos del 1% de los sufragios, argumento que sirvió a quien se inconformó para descalificar la legitimidad de los resultados. Por fortuna, Alanís asegura que el Tribunal está listo para enfrentar contingencias como ésa, de tal manera que para septiembre de 2012, a más tardar dos meses después de la elección, se tenga al próximo Presidente de la República.
Qué bien. Sólo que la construcción de comicios transparentes no recae sólo en el poder Judicial, sino que abarca a todos los actores políticos. Estamos a tiempo de robustecer los aparatos de organización y control de tales procesos, como por ejemplo al mismo Instituto Federal Electoral, al que le faltan tres consejeros por culpa de un omiso poder Legislativo.
También se puede atender el llamado de Alanís en el sentido de que hace falta un catálogo de sanciones a servidores públicos que incumplan con el artículo 134 Constitucional en materia electoral; porque pudiera haber sanciones en el ámbito penal, y en el de responsabilidad administrativa, pero en lo electoral no lo hay. Esto fortalecería la labor, por ejemplo, de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Electorales, dependiente de la PGR.
Como buen árbitro, el IFE debe usar sin titubeos sus herramientas de fiscalización y control de propaganda para que nadie pueda argumentar falta de equidad en la contienda. A su vez, el Tribunal tendrá que resolver las inconformidades con apego a derecho, sin reparar en las consecuencias políticas.
Al final, queda en manos de los partidos el desarrollo civilizado de las elecciones venideras. Un clima artificialmente exacerbado o polarizado no abonará en nada a la certidumbre electoral. Actuar en consecuencia y con responsabilidad será importante. A todos conviene crear las condiciones para que esta vez la civilidad se imponga.

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