Cuando el actual secretario de Hacienda apenas tenía 19 años de edad (a punto de ingresar al ITAM, de donde egresaría como actuario), Agustín F. Legorreta Chauvet se estrenaba como presidente del Consejo Coordinador Empresarial, y para celebrarlo no se le ocurrió mejor idea que agarrar el micrófono y a todo pulmón declarar que el salario mínimo es más que suficiente para que los trabajadores mexicanos y sus familias vivan cómodamente. En ese entonces, el mini ingreso marca Forbes ascendía a 6.47 (nuevos) pesos diarios (nominales), mientras el país, de por sí en ruinas, se estremecía por el crack bursátil, la firma del Pacto de Solidaridad Económica y la tercera crisis en el sexenio de Miguel de la Madrid.
Quienes lo conocen aseguran que Ernesto Cordero tiene una retentiva espléndida, por lo que es de suponer que aquella frase histórica del ex dueño de Banamex quedó grabada en su memoria, toda vez que la habría calificado de percepción correcta, y como tal la reutilizó, actualizada, 24 años después, ya como titular de Hacienda y en su más reciente discurso (el del pasado lunes), en el que celebró el envidiable potencial económico y social que significa un ingreso de 6 mil pesos mensuales, o lo que es lo mismo, el que obtiene lo que él califica de clase media mexicana. Sin embargo, todo indica que el entonces joven estudiante no registró las consecuencias de la citada declaración del ex dueño de Banamex, quien de parte del respetable inmediatamente recibió un voluminoso baño de mierda.
Pues bien, lo dicho casi tres lustros atrás por Agustín F. Legorreta Chauvet y la reciente afirmación de Ernesto Cordero transitan por la misma senda: la del descarado desconocimiento de la realidad nacional, aderezada con el cinismo más abyecto. La diferencia, si cabe, es que a pesar del voluminoso baño de mierda que a cada uno le dieron por sus sesudas declaraciones, al ex banquero le valió un soberano carajo lo que de él dijeran (la aristocracia no recibe críticas), mientras al segundo no sólo le provocó convulsiones, sino un infarto al ego, que lo llevó a realizar una intensa gira a lo largo y ancho de los medios de comunicación amigos para intentar, fallidamente, limpiarse la cara. Dedicó toda la tarde-noche del lunes y buena parte de la mañana del martes, para que los muchachos de su prensa (grises casi todos ellos, pero con unas facturotas por publicidad oficial) hicieran su chamba y retiraran la boñiga.
De lo anterior van algunas muestras (Ernesto Cordero se doctoró por la Universidad Cantinflas): “…que bueno que me dan la oportunidad de aclarar el tema…me apena mucho que se haya generado esta confusión … no, desde luego que no, desde luego que no, simple y sencillamente, por supuesto que no, y yo creo que, y ahí está en la página de la Secretaría de Hacienda, quien quiera consultar la grabación, la versión estenográfica de, de la declaración, ahí está con absolutamente toda claridad, lo que establecimos es que hay familias en México que con 6 mil pesos verdaderamente hacen un esfuerzo muy importante por salir delante y tienen compromisos de gasto enormes y sin embargo salen adelante y precisamente por esas familias es importante consolidar el crecimiento económico, tener estabilidad de precios y apoyarlas y que poco a poco tenga una situación más desahogada…. yo creo que hay también mucha desinformación, ni siquiera te estoy diciendo lo que quise decir, no ahí está y con toda claridad lo establecí y lo dije, simple y sencillamente bueno, pues es muy fácil desinformar, es muy fácil generar ahí un rumor, pero de ninguna manera, por el contrario, yo creo que es un reconocimiento a muchas familias que verdaderamente hacen un esfuerzo por salir adelante y ojalá cada vez tuviéramos más familias que ganen muchos más ingresos y sí, sin ninguna duda 6 mil pesos es un ingreso donde hay que buscar que las clases medias en México vayan aumentando su nivel de ingresos a manera sostenida…”
Eso explicó, pero sin duda alguna la única forma que tiene Ernesto Cordero para reivindicarse, y junto a él los que le dan cobertura (con factura), es que a partir de ya su salario como secretario de Hacienda (145 mil 613.98 pesos cada mes, según la versión oficial, sin prestaciones) se reduzca a 6 mil pesos mensuales de la clase media por él definida, y con ellos pague casa, coche, vivienda, educación, alimentación y lo que se ofrezca. Así, podrá demostrar a propios y extraños que 6 mil pesotes sí rinden. Así, también, quedará claro que, en efecto, los mexicanos son muy exigentes (si lo fueran, México no tendría la ínfima clase de gobiernos que lo han destrozado).
Ya no es tiempo de que Agustín F. Legorreta Chauvet demuestre que el salario mínimo es más que suficiente para que los trabajadores mexicanos y sus familias vivan cómodamente, pero el egresado del ITAM sí, y urge que lo haga, porque si a cada barrabasada que diga corresponde una enorme factura a los medios amigos para que éstos le limpien la cara, entonces no habrá presupuesto que alcance.
El problema es que las sandeces no sólo son de Cordero: con gracia y generosidad se reproducen en todo el ámbito gubernamental, con su jefe a la cabeza. Ayer el inquilino de Los Pinos se aventó la puntada de asegurar que: a) a todas las empresas le está yendo bien en México, y b) una gran cantidad de ciudades en México tienen índices de homicidios tan bajos o equivalentes a los de muchas ciudades de Europa. ¿En serio creen que con declaraciones van a convencer a quienes viven en carne propia los estragos económicos y los elevadísimos niveles de inseguridad, y de paso a resolver los problemas reales? De plano, no hay a quién irle.
Las rebanadas del pastel
¿Será que Raúl Salinas de Gortari ya le pagó el préstamo que, según éste, le proporcionó años atrás? La duda, porque el empresario Alejo Peralta, supuesto amigo del hermano incómodo, aparece como una de las cabezas visibles de la nueva Mexicana de Aviación (ahora con participación de capital extranjero), reconstruida a costillas del exterminio de la plantilla laboral y la mutilación de sus respectivos contratos colectivos. Nadie sabe si ya le pagaron a Banorte y a Bancomext, pero lo que sí se conoce es que Gastón Azcárraga se mantiene impune. Qué bonito y productivo es hacer negocios en este país (de la mano gubernamental, desde luego).
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