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sábado, 26 de febrero de 2011
Serpientes y Escaleras | Salvador García Soto El fracaso de la obra del sexenio
El megaproyecto para el que se había considerado una inversión federal de casi 10 mil millones de dólares ha sido enviado al limbo de las indefiniciones, tanto por el presidente Calderón como por la dirección de Pemex, que no han dado explicaciones claras del retraso ni al Congreso ni al apurado gobernador de Hidalgo, Miguel Osorio Chong, quien contrajo una deuda de mil 300 millones de pesos para comprar los terrenos de la refinería, por la que el estado paga desde hace dos años un servicio mensual de 30 millones de pesos
El inicio de una barda perimetral que bordea los terrenos comprados a campesinos para su construcción, es lo único que hasta el momento existe de lo que fue considerada “la megaobra del sexenio”, la inversión más grande e importante del sexenio de Felipe Calderón. La nueva refinería de Pemex en Tula, Hidalgo, no ha tenido ningún avance significativo en casi dos años —se anunció el 14 de abril de 2009— por extrañas y no explicadas razones.
El megaproyecto para el que se había considerado una inversión federal de casi 10 mil millones de dólares ha sido enviado al limbo de las indefiniciones, tanto por el presidente Calderón como por la dirección de Pemex, que no han dado explicaciones claras del retraso ni al Congreso ni al apurado gobernador de Hidalgo, Miguel Osorio Chong, quien contrajo una deuda de mil 300 millones de pesos para comprar los terrenos de la refinería, por la que el estado paga desde hace dos años un servicio mensual de 30 millones de pesos.
“La obra va, la decisión está tomada, pero le voy a decir a Beatriz (Paredes) que ya los ponga a trabajar, porque ahí (Pemex) sigue lleno de priístas”, respondió el Presidente, bromeando, en una plática reciente sobre la refinería.
Pero mientras el Presidente bromea sobre el tema, para muchos hidalguenses el asunto se volvió ya de supervivencia. A la enorme deuda que están pagando los habitantes del estado y que heredará Osorio Chong al nuevo gobernador Olvera, que toma posesión el próximo 1 de abril, se suman las historias de decenas de campesinos y ejidatarios que, presionados por el gobierno, vendieron sus tierras para que se construyera ahí la nueva refinería. El dinero que recibieron por la compra muchos de ellos lo invirtieron en la compra de camiones para transportar materiales que, les dijeron las propias autoridades, los haría partícipes del negocio y de los contratos que generarían las obras de la refinería.
Los contratos nunca llegaron, a muchos de ellos el dinero que cobraron ya se les terminó, se quedaron sin tierras y los camiones que compraron se han descompuesto por falta de uso y el mantenimiento ha tenido un alto costo para los campesinos.
¿UNA BARDA PARA LOS PETROLEROS?
El único contrato que ha generado hasta ahora la nueva refinería, en casi dos años, es la construcción de la barda perimetral, que apenas la semana pasada Pemex otorgó a la empresa Martínez Aguilar Construcciones, con sede en Tamaulipas. La licitación fue ganada, según Petróleos Mexicanos, por la compañía tamaulipeca y el anuncio motivó ya la inconformidad de constructores de Hidalgo que, junto con la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, impugnarán la legalidad de la licitación ante la Secretaría de la Función Pública.
Y es que entre los constructores de Hidalgo se afirma que hubo favoritismo por la empresa de Tamaulipas que vinculan al sindicato petrolero. De hecho, la constructora Aries, con sede en Pachuca, asegura que presentó una propuesta más económica, inferior en seis millones de pesos a la de la empresa ganadora, en la que además ofrecía la contratación de mano de obra calificada y la compra de material a empresas locales de Hidalgo.
Esta semana el gobernador saliente, Miguel Osorio, anunció una demanda en contra de Pemex por el incumplimiento en la construcción de la refinería Bicentenario. Con la demanda, dijo, se buscaría “blindar” a su estado ante los daños económicos que causa la postergación o la cancelación de la obra. “No han empezado los trabajos que nos comprometieron. Estoy en una discusión muy fuerte. Seguiré exigiendo que nos cumplan los tiempos con la programación, que no nos salgan con que es otro tipo de proyecto y si hubiera que hacer alguna reconsideración, que se nos regrese el pago de las tierras, los intereses y el resarcimiento del daño económico que se pudiera sufrir por un cambio de proyecto”.
La presión para Osorio es que, además de que endeudó al estado en su afán de que Pemex le asignara la refinería, aceptó compromisos de gasto para los que no existen ni siquiera partidas en el presupuesto estatal. Por ejemplo, no conforme con que el gobierno estatal comprara y le regalara los terrenos a la paraestatal, el gobernador se comprometió a costear las obras de nivelación y aplanamiento del polígono para la refinería, algo que no se ha hecho por falta de recursos.
¿RAZONES POLÍTICAS?
Pero ¿qué fue lo que llevó a Pemex a posponer o ignorar una obra que, se supone, sería la máxima del sexenio? ¿Por qué Calderón abandonó y dejó en el olvido un proyecto que él mismo anunció desde hace casi cuatro años? Técnica y financieramente no hay una explicación lógica; incluso, el Congreso autorizó una partida de cinco mil 700 millones de pesos en el presupuesto federal de 2010 para el inicio de la construcción de la nueva refinería en Tula. Ni siquiera se sabe a qué se destinaron esos recursos, pues el año pasado no se registró ningún avance en el proyecto.
Para este 2011, según lo que había programado el propio Pemex, deberían estarse ejerciendo 12 mil millones de pesos, del costo total de los 10 mil dólares. La realidad es que el gobierno calderonista ya ni siquiera solicitó esos recursos al Congreso y, salvo la licitación para la barda perimetral, nada se ha movido en la construcción de la refinería.
¿Qué fue lo que desencantó a Calderón y a Pemex de este proyecto? ¿Decidieron cancelarlo para dar preferencia a la importación de petróleo refinado en el extranjero con menores costos? ¿Pesaron las presiones políticas de gobernadores del PAN que nunca aceptaron que la obra más cara del sexenio fuera otorgada a un estado gobernado por el PRI?
Esa versión se escucha también en las cúpulas políticas de Hidalgo: que ante la cercanía de Miguel Osorio Chong con el gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, el Presidente decidió escuchar a los panistas que le dijeron que la refinería y toda su derrama económica terminaría beneficiando indirectamente a Peña Nieto a través del gobernador hidalguense, operador político al servicio del precandidato mexiquense.
¿Podría una obra de esas dimensiones, con la importancia estratégica que tendría para el país, estar siendo rehén de un interés político y electoral tan cortoplacista? Al parecer, sí.
NOTAS INDISCRETAS…
El veto de los senadores del PRI a Miguel Ángel Yunes fue fulminante. “Ni lo manden”, advirtió Manlio Fabio Beltrones a los personeros del presidente Calderón que sondearon el nombre del veracruzano para la PGR. Luego se filtró que Yunes Linares podría ir a la SIEDO, y un senador, miembro de la burbuja priísta en el Senado comentó: “¿Creerán que somos idiotas para mandar a un perverso y resentido como Yunes a la misma subprocuraduría desde la que se armó el Pemexgate?... Se detienen los dados. Escalera.
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