Micheletti advierte que sólo una invasión impedirá los comicios el 29 de noviembre
Insulza señala que el diálogo debe tener como base todos los puntos del acuerdo de San José
Víctor Meza, representante y ministro del Interior del presidente hondureño, Manuel Zelaya, y al extremo derecho Carlos López, ministro de Relaciones Exteriores del golpista Roberto Micheletti, durante una reunión ayer en Tegucigalpa. Cancilleres de la OEA están en Honduras para tratar de resolver la crisis política del país centroamericanoFoto Ap
Arturo Cano
Enviado
Tegucigalpa, 7 de octubre. Luz Ernestina Mejía, Miss Honduras 1980, ex diputada liberal y organizadora de las marchas blancas contra el retorno de Manuel Zelaya a la presidencia, anda furiosa con los cancilleres. “¿Por qué vamos a aceptar el capricho de Zelaya de volver al poder por una vía ilegal? Ni restitución, ni tercería (un tercero en la presidencia), ni nada, yo soy radical”, dice. “¿Y entonces para qué es el diálogo?”, se le pregunta. “Ellos (los zelayistas) tienen suerte de que yo no sea negociadora”.
Pues no tienen tanta suerte, porque horas más tarde, puesto frente a los argumentos de representantes diplomáticos de varios países, el presidente de facto se exaspera y se dice engañado: “Creíamos que ustedes venían de buena fe, a decirnos que aceptan una solución hondureña, pero los discursos que han hecho son totalmente diferentes, son que hay que volver a poner al señor Zelaya”, truena Micheletti, aunque, en honor a la verdad, no es tan radical como la miss.
Él sí acepta un tercero en la presidencia: “Me hago a un lado, pero que también que se haga a un lado este señor que le ha hecho tanto daño a la economía y la moral de Honduras”.
Micheletti rinde informe de gobierno, regaña a los cancilleres por ser tan sordos, y se pone apocalíptico: “¡las elecciones se van a protagonizar el 29 de noviembre, solamente que nos manden un ataque y que nos invadan no se van a realizar!”
“Ni un solo muerto”, presume
Se da gusto en su desquite verbal: “ni ustedes saben toda la verdad ni a veces quieren escuchar toda la verdad”. Y la verdad de Micheletti es que aquí no ha habido “ni un solo muerto por el ejército o la policía”, ni hubo estado de sitio, sino sólo la suspensión de “algunas” garantías y el cierre de dos medios de comunicación, acciones gracias a las cuales tuvimos “los días más tranquilos de la población”.
Ya de paso, Micheletti informa a José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), a los cancilleres de seis países y otros tantos representantes diplomáticos, cuánto costaban la alimentación del caballo de Manuel Zelaya y el sueldo del caballerango.
Por la mañana, Insulza ha fijado la postura de la OEA: el diálogo “a la hondureña” debe tener como base “todos los puntos” del acuerdo de San José, propuesto hace más de dos meses por Óscar Arias. Uno de esos puntos es la restitución de Zelaya en su cargo. Insulza añade la integración de un gobierno “de unidad nacional” y la renuncia de Zelaya a cualquier acción encaminada a reformar la Constitución.
Hace un par de días, Micheletti deslizó la posibilidad de aceptar la reinstalación del presidente. Ahora, ya con los cancilleres como audiencia cautiva, vuelve a la postura que ha sostenido desde el golpe de Estado.
“De continuar en una situación como esta, en la cual el presidente Zelaya no sea reinstalado, corre serio peligro el reconocimiento del resultado electoral”, dice Rodolfo Gil, representante de Argentina en la OEA.
En la misma línea habla Rudi Casaes, representante de Brasil, quien pone el ejemplo del presidente Fernando Collor de Mello, “depuesto por medios absolutamente legales”.
Los demás representantes son menos directos, de modo que el brasileño es el único a quien Micheletti interrumpe. A la canciller mexicana, Patricia Espinosa, la saluda de beso.
Un día en la presidencia “y se distorsiona todo”
“Trátame bien porque voy a volver a ser ministro de Gobernación”, decía Víctor Meza los primeros días de agosto, cuando auguraba “buenas noticias muy pronto”. Dos meses después, Meza encabeza el grupo de tres personas que representa a Zelaya en el diálogo con el gobierno de facto. Las “buenas noticias” no llegaron entonces.
Sólo la entrada clandestina de Zelaya a su país, el lunes 21 de septiembre, dio un vuelco a la situación e hizo que la comunidad internacional apretara algunos tornillos, sobre todo uno de fabricación brasileña, y se llegara a este día. El primer día en que el líder sindical Juan Barahona no anda en una marcha, sino en un gran salón con alfombra y candiles, plebeyo en medio de un mar de corbatas, con su mezclilla y su gorrita beisbolera. Eso sí, Barahona y la ministra del Trabajo, Mayra Mejía, se quedan solos en la parte izquierda de la primera fila: ninguno de los empresarios y políticos, unánimemente con el golpe, quiere sentarse a su lado.
El primer turno, en la ceremonia de instalación del diálogo, es de José Miguel Insulza, quien trae a la mesa el acuerdo de San José y pide a las partes negociar “sin intenciones ocultas”. Al terminar su intervención, los empresarios –la línea dura del golpismo– le dedican un tímido abucheo.
“Otra vez vinieron a imponer su agenda, su receta”, dice el empresario Santiago Ruiz, partícipe del abucheo y uno de los convencidos de que Zelaya no debe ser reinstalado jamás. “Con un día que esté en la presidencia distorsiona todo”.
Zelaya ha abierto el día con un comunicado en la radio: “Advertimos que de no restituir al presidente en su cargo antes del 15 de octubre, automáticamente por falta de validez, credibilidad y confianza de la comunidad nacional e internacional, queda sin valor ni efecto el calendario electoral hasta que se firme el acuerdo de San José y se restituya al presidente”.
Las elecciones son el caballito de batalla del gobierno de facto, los partidos, los empresarios, la “sociedad civil” que marcha con camisetas blancas, las iglesias.
No quieren diálogo, sino ganar tiempo para llegar a los comicios que, en su perspectiva, harán la magia de que los gobiernos del mundo reconozcan que aquí hubo una “sucesión presidencial” y no un golpe de Estado.
Quedarán al desnudo las “maniobras hipócritas”
“El presidente Zelaya estará este mes en la casa de gobierno, el presidente regresa a ocupar el cargo para el cual fue electo”, dice Víctor Meza, poco después de su intervención frente a la delegación internacional y antes de encerrarse con los negociadores del gobierno de facto.
En su discurso, Meza ofrece disculpas por el retraso que tiene una razón: a los representantes de Zelaya en el diálogo sólo les fue permitido ver al presidente, en la embajada de Brasil, hasta las ocho de la mañana de hoy.
Poco antes de que se instalara la mesa, y quizá para dar un recibimiento de lujo a la misión de la OEA, la policía dispersa una manifestación de zelayistas frente a la embajada de Estados Unidos. Luego, reprime también a grupos de estudiantes que se manifiestan en las inmediaciones de la Universidad Nacional.
Meza denuncia esos hechos y se anticipa a un escenario que los zelayistas consideran muy probable: “El diálogo tiene virtudes y facultades, y cuando sólo lo concebimos para repliegues calculados y maniobras dilatorias, el diálogo tiene la virtud de poner al desnudo esas maniobras hipócritas”.
Ajeno a cualquier estridencia, Meza llama a encontrar pronto la salida del “oscuro túnel” al que llegó Honduras por “haber permitido que la barbarie terminara imponiéndose a la civilización”.
Curiosamente, parte del público, incluso en las filas de la prensa, le dedica un aplauso.
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