Los aumentos en los salarios mínimos aprobados para 2010 quedarán prácticamente pulverizados por la avalancha de alzas ya aplicadas en muchos de los productos básicos que a diario adquieren millones de mexicanos. Los poco más de dos pesos diarios que los trabajadores del país obtendrán de incremento no servirán para enfrentar la cuesta de enero ni la de febrero ni la de marzo… ni la de diciembre. Todo indica que los precios de muchos productos se irán al cielo y que ahí permanecerán, inalcanzables para las mayorías. La Facultad de Economía de la UNAM admite que la capacidad de compra de los ciudadanos se verá seriamente afectada en este naciente año. El incremento que entró en vigor ayer 1 de enero fue de sólo 4.85% y no será suficiente para cubrir las necesidades básicas de muchísimos mexicanos. Ante el pobre aumento, casi imperceptible, crecen las voces que demandan la desaparición de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos.
Lo que nadie ha logrado frenar es la migración de miles de mexicanos a EU, y cada día es más intensa, pese al riesgo que representa la osadía de buscar ya no el American dream of life, que es mucho pedir, cuando menos un empleo. Pero en la mayoría de los cruces ilegales por desiertos, ríos y montañas, la muerte acecha sin distinción. Las cifras hablan por sí mismas. Más de 5 mil compatriotas, trabajadores, hombres de bien y con la ilusión de una mejor vida, han muerto en los últimos 15 años en este intento, y están documentadas por la propia CNDH. En la lista fatal hay niños y mujeres, que perdieron la vida persiguiendo la misma idea: una vida más digna que la que tenían en México. Hay especialistas que argumentan que mucho del asunto de la migración tiene que ver con una cultura arraigada entre los mexicanos. Tal vez sí, pero esa sería una explicación simplista ante la muerte de cientos de connacionales que sólo desean un empleo, una vivienda digna y una vida con oportunidades que no encuentran en sus terruños.
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