lunes, 1 de noviembre de 2010

La Zabaleta nos da para nuestra calaverita Política cero Jairo Calixto Albarrán

usto cuando estaba a punto de elegir mi disfraz de Halloween, pues la realidad calderónica ha superado cualquier fantasmagoría incrustada en el espejo de Tezcatlipoca, supe de las declaraciones de esa profesional de la provocación y la sensualidad que es Susana Zabaleta: “Divirtámonos esta noche como si nada: como si no hubiera matazones, como si ya no estuviera Felipe Calderón”. Un ejercicio de imaginación para documentar el hartazgo de la narcoguerra, de la proliferación de encobijados y del empoderamiento del AK-47.

Con sus dardos contra Martita Sahagún (¿qué traen contra los Fox que, contra lo que se les puede declarar, nos ofrecieron el sexenio más divertido en la historia nacional, además de ofrecernos la mejor coartada para toda ocasión al ritmo del “Y yo por qué”?), la cantante me dio ánimos para elegir mi caracterización para celebrar estas fiestas mortuorias opacadas por los arcángeles de la Virgen de los Sicarios.

Digo, después de todo, México es tan generoso que el Halloween no sólo está en todas partes, sino que ha nadie se le niega su calaverita.

Así, mis opciones para estas celebraciones, donde hasta los muertos tienen miedo eran: a) el clásico joven, el dipu Godoy que se manifiesta y se esfuma del escenario político con la facilidad de un misterioso desaparecedor; b) el de Molinar Horcasitas, al que podemos recordar por películas como Ven, subrógame otra vez, Sé lo que hiciste en la licitación 21 pasada, y Las pirañas del apagón analógico; c) de Doctor Simi, que en su papel de botarga feliz, con una pequeña ayuda del espeluznante Nini Verde, experimenta el milagro de la reproducción de la lógica de lo mismo pero más barato; y d) Jelipillo, el rey del placebo, que a fuerza de arrebatados memorándums y comunicados que reprueban enérgicamente atentados, fusilamientos y exterminios, ha conseguido documentar el humor negro, pero involuntario, en esta patria donde la muerte tiene permiso.

Pero ya en el último momento, ante la proliferación de vampiros multinacionales, hombres lobo de la seguridad pública, gatúbelas del sindicalismo charro, brujas y demonios en los aquelarres de San Lázaro y la nueva banda timbirIFE, me decidí por el uniforme oficial de daño colateral.

Divirtámonos como si Calderón no estuviera, como si ya no hubiera matazones, sugiere la Zabaleta, ante un público de priistas que ya se aprestan a regresar a Los Pinos. En el PRIcámbrico temprano se relamen el copete, creen que pueden superar al PAN en todo, hasta en la producción de calaveritas.

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