domingo, 13 de febrero de 2011

El Despertar-- Nos hundimos o emergemos-- José Agustín Ortiz Pinchetti

Un grupo de lectores me acusa de catastrofista y otro de excesivamente optimista. Les daré el gusto a ambos. Soy catastrofista porque creo que el régimen actual está en peligro de colapsar, aunque no lo deseo, y espero que sus altas reservas financieras lo impidan. Sin embargo, hay signos amenazantes: 1) La minoría dominante carece de creatividad. Se ha replegado a un egoísmo suicida y a la codicia; esto ha conducido a una corrupción en gran escala. 2) Las masas no se sienten representadas por la elite. Hay una caída constante de la aceptación de la Presidencia y de los demás órganos de gobierno. La esperanza de la democracia ha sido burlada y los partidos, en grave descomposición, no parecen interesarse en los ciudadanos más que a la hora del voto. 3) El gobierno no garantiza la paz pública ni la seguridad. El 69 por ciento opina que las cosas salieron ya de su control. Ni puede rectificar la política económica ni ganar la guerra contra el narcotráfico. 4) Cada día perdemos autodeterminación. Muchas decisiones tienen que ser consultadas con el gobierno de Estados Unidos. 5) Las cosas se van a calentar en 2012. No habrá crecimiento y aumentarán el desempleo y la carestía. Las penurias incrementarán las demandas populares. El gobierno perderá la poca fuerza que tiene. Puede provocarse un crack.

Del lado optimista podemos decir: 1) Que ha crecido la conciencia y la politización. La gente no acepta las versiones oficiales, rechaza enérgicamente lo que no puede entender o lo que considera injusto o dañino. La respuesta popular al cese de Carmen Aristegui es un botón de muestra. 2) Se ha producido una revolución silenciosa que empezó en los años 60, se incrementó en los 80 y va en aumento. Para contener el poder de la gente han sido necesarios enormes fraudes electorales, pero la presión no disminuye. Parte mayoritaria de la población ha pasado de ser súbditos a ciudadanos cada vez más participativos y conscientes. 3) El estancamiento económico se ha vuelto una incitación poderosa. Millones han emigrado a Estados Unidos, donde muchos triunfan a pesar de las adversidades. El flujo de sus remesas mantiene a flote nuestra economía. Millones que se han quedado sin empleo pasan a la economía informal y con gran ímpetu prosperan o medran.

En fin, la población ha madurado, se ha politizado y el régimen parece entrar en una etapa de resquebrajamiento. Nuestra gente ama la vida y su disfrute y renueva sus trabajos cada día diciendo: hay que echarle ganas. La partidocracia y la oligarquía no pueden responder a tan grande vitalidad. Es evidente que conforme avancen los meses esta tensión dramática entre dos polos va a aumentar. Por favor, lectores, saquen sus propias conclusiones y les informo que descansarán de esta columna dos semanas: nos vemos aquí mismo el 6 de marzo.

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