miércoles, 16 de febrero de 2011

Serpientes y Escaleras | Salvador García Soto Juegos de guerra




Metidos en la estrategia de guerra electoral, el presidente Calderón y los partidos políticos ya no tienen otra prioridad que la de ganar terreno frente al electorado. Primero en el Estado de México, en julio próximo, y luego en las presidenciales del 2012, la mira de todos los actores políticos se enfoca sólo a la conquista del poder; no importan ya problemas y menos soluciones. Lo único que veremos avanzar en los espacios públicos —de Los Pinos al Congreso pasando por los gobiernos estatales— serán aquellos temas, programas o leyes que tengan una rentabilidad electoral clara para quienes las impulsen, es decir, que aporten votos.
Esa es la lógica del celebrado anuncio de deducibilidad de colegiaturas en la educación privada del Presidente el lunes pasado. Calderón lanza un caramelo directo a las clases medias, donde está la base social más importante del PAN, y que además se inclinaba hacia Enrique Peña Nieto. Busca así un doble efecto: rearmarle sus bases electorales al PAN, que ha perdido no sólo votos sino credibilidad en el sector más fiel al panismo por la crisis económica y el desgaste del gobierno, y arrebatarle votantes a Peña y al próximo candidato priísta en el Edomex.
Peña, en tanto, intenta blindarse de un tema que fue uno de los flancos que más golpearon su imagen: los feminicidios. Antes de que empiecen las campañas por la gubernatura, a sabiendas de que las estadísticas de muertes violentas de mujeres en la entidad son de las más altas —944 asesinatos de 2005 a 2010—, el gobernador arma una agenda que va de la creación de una subprocuraduría para delitos contra mujeres hasta la incorporación del concepto de “violencia feminicida” en el Código Penal estatal.
De paso, Peña intenta sacar del clóset uno de sus fantasmas: la muerte de su esposa Mónica Pretelini. A los rumores y versiones que rodearon la sorpresiva muerte de su primera esposa, él añadió más suspicacia cuando en una entrevista con Jorge Ramos en marzo de 2009 no supo responder de qué murió ella. “Fue algo… intempestivamente. Ella llevaba dos años de tener alguna enfermedad parecida a lo que era… estos estertores hombre, mmh..., se me fue el nombre de la..., de la enfermedad puntual”.
—¿Epilepsia? —le trató de ayudar el periodista
¡Epilepsia!... pero no era epilepsia propiamente, pero algo parecido a la epilepsia —dijo Peña sin recordar la enfermedad exacta de su entonces esposa.
El pasado 10 de febrero Jorge Ramos volvió a entrevistar a Peña en Toluca. Y ahí el gobernador aprovechó para tratar de subsanar su “olvido” de la primera entrevista. “Es absurdo pensar, Jorge, que no sepa de qué murió mi esposa, fue un lapsus, por no poderte decir que mi esposa sufría en aquel entonces de ataques de epilepsia que habían derivado en alguna insuficiencia cardiaca y que eso la había llevado a perder la vida. Pues, ¿cómo no tener claro y conocer eso? Simplemente fue un lapsus del que se valieron varios para reeditar lo que tú habías presentado, para hacer mofa y una caricatura de lo que habíamos platicado entre tú y yo”.
Peña negó directamente haber tenido algo que ver con la muerte de su esposa y le entregó al periodista una copia del documento médico que firmó el doctor Paul Shkurovich, jefe del departamento de Neurofisiología clínica del Centro Médico ABC.
Está claro, pues, que, ya sea con decretos o limpiando el clóset de incómodos “fantasmas”, los contendientes políticos están jugando ya los juegos de guerra electoral y se preparan para las dos batallas en las que se define la sucesión presidencial: la gubernatura mexiquense y la elección de 2012.
NOTAS INDISCRETAS… Como la muñeca fea, nadie quiere dirigir al PRD. Lázaro Cárdenas no acepta la dirigencia porque sabe que de hacerlo llegaría maniatado y obligado a ceder cuotas y cargos a las tribus perredistas. Y así, mientras los dos aspirantes presidenciales del PRD crecen en las encuestas, tanto Ebrard como AMLO, el mayor problema para ambos sigue siendo el partido que no puede resolver su crisis interna y que, salvo su reciente triunfo en Guerrero de la mano de un priísta, simplemente es un partido inexistente en buena parte del país… Se baten los dados. Apostamos por escalera.

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