lunes, 19 de marzo de 2012

Algo busca Krauze elogiando a Zedillo-- LA NAVIDAD

“Un digno ex presidente”, así ha llamado Enrique Krauze, en su artículo de El Norte Reforma de este domingo, a Ernesto Zedillo.

El historiador lo ha hecho a propósito de que un juez de Connecticut decidirá muy pronto si admite o desecha una demanda que pretende responsabilizar a Zedillo de la matanza de Acteal del 22 de diciembre de 1997.

“La acusación”, apunte Krauze, “sostiene que el crimen fue resultado de una estrategia urdida por Zedillo para aplastar al movimiento zapatista. Varias sólidas investigaciones han demostrado algo muy distinto: el brutal crimen fue consecuencia de una cadena de conflictos locales que precedieron al gobierno de Zedillo y que lo sobrevivieron”.

Para justificar su punto de vista, Krauze cita a Daniel Cosío Villegas quien decía que “en México es muy difícil hablar bien de un presidente (o de un ex presidente) aun cuando haya razones objetivas para hacerlo. Quien se atreve es tildado de ‘vendido’. Pero con respecto a Zedillo, guardar silencio ahora es una forma de complicidad con la mentira y la venganza”.

A partir de eso, Krauze elogia a Zedillo, y mucho: dice que el ex presidente se ha ganado el reconocimiento de muchos mexicanos, que en la Universidad de Yale “se ha labrado una posición respetable en la comunidad internacional (académica, empresarial, política)” y que, cuando opina sobre México, “lo hace con sentido de realidad y con prudencia”, que fueron, según el historiador, “las cualidades de su gestión presidencial”.

Después Enrique Krauze repasa la biografía de Ernesto Zedillo, “un economista nacido en la Ciudad de México y educado en Mexicali, de origen y condición modesta (hijo de un electricista y una maestra que murió joven), formado en escuelas públicas, y que con gran esfuerzo personal había obtenido un doctorado en Yale”.

Recuerda Krauze que Zedillo participó en el movimiento estudiantil de 1968: “En julio de aquel año, alguien tomó un par de fotos a un estudiante de la Vocacional #5. En la primera, cinco granaderos lo acosan, mientras él los encara valientemente; en la segunda, uno de los granaderos lo golpea con la culata. Aquel joven era Ernesto Zedillo. El agravio lo marcó: nunca creería en la violencia como solución a los problemas nacionales”.

Dedica Krauze igualmente un párrafo a la personalidad de Zedillo: “Reservado, mordaz, cerebral”

Krauze no puede dejar de decir que “Zedillo -rara avis en la clase política- era un demócrata liberal y entendió las claves de la necesaria transición (democrática). Había que acotar el poder del presidente (dando independencia al Poder Judicial, renunciando al ejercicio de facultades extraconstitucionales), propiciar una competencia equitativa entre los partidos, disminuir el predominio económico del Estado, alentar la libertad de prensa y, sobre todo, consolidar la autonomía del Instituto Federal Electoral y del Tribunal Federal Electoral. Todo ello ocurrió. En las elecciones intermedias de 1997, por primera vez en casi 70 años, el PRI dejó de tener mayoría en la Cámara de Diputados, y Cuauhtémoc Cárdenas ganó la Jefatura de Gobierno en el Distrito Federal. Y en el 2000, Vicente Fox ganó la Presidencia”.

Por eso, concluye Enrique Krauze, “a diferencia de algunos de sus antecesores, Ernesto Zedillo puede caminar tranquilamente por las calles de México. No robó, no abusó, no mató. Honró, como pocos, la Presidencia”.

No dudo que Ernesto Zedillo sea eso y más. Lo que sí dudo es que Enrique Krauze, un comerciante de la cultura, haya escrito tantos elogios desinteresadamente. Algo busca don Enrique, seguramente de eso se trata.

No hay comentarios: