A propósito del enlace de elementales que aconteció entre la noticia del despliegue de la manta sobre la ebriedad de Calderón atribuida al diputado Fernández Noroña, y el despido de la periodista de MVS, con todo respeto quisiera comentar, que no es sano levantar el dedo flamígero hacia el diputado despotricador, exigiendo su ruptura con el movimiento de regeneración de la vida pública nacional que encabeza AMLO, que gran esperanza infunde a los mexicanos. Un ciudadano congresista que no ha cometido ningún delito comprobado, que no ha faltado a sus principios, que sabemos no dejará de luchar por la misma causa redentora que nos ha unido, desde las selvas hasta las más altas cordilleras lagos y litorales, a la causa liberadora que traerá para las familias desamparadas un mejor futuro.
El diputado incómodo seguirá perteneciendo a ella, no importa qué tan infame sea su reputación de grosero, de altanero, de bravucón, de irrespetuoso, evidencias que quedan al descubierto hasta en el pique instantáneo de sus tweets.
Pero para qué tanto linchamiento si el señor diputado no va a dejar su puesto como representante popular del PT, a pesar de la apreciación de ser un "ejemplar corriente, difamador y sin educación, que daña la labor organizativa del movimiento". Pero díganme ¿cómo la daña? ¿espantando a las clases medias con sus increpaciones o exabruptos? ¿Atacando los indicios de un problema de adicción, considerada por la presidencia espuria una difamación, pero que no ha sido del todo aclarada?
Apuesto que son muchos más sus defensores, que sus detractores. Contando con que Calderón ha perdido ante el pueblo toda credibilidad.
Un lector opinó que mejor hay que enseñarle al congresista que "lo cortés no quita lo valiente".
Ignoro si un hombre de su crianza, edad y temperamento logre a estas alturas aprender lo anterior, pero independientemente de si mejorará sus modales y controlará su altisonante comunicación, las mantas alusivas a la ineptitud del gobierno no deben cesar y personas como Carmen o Gerardo tampoco deben ser cesados de la audiencia pública nacional. El México libre, los necesita.
Sobretodo ante la incapacidad mostrada de los que ostentan el poder oligárquico y monopólico en el país para actuar con sensatez, para escuchar los llamados, exigencias y necesidades de la población. Porque el paso que sigue a la enérgica protesta verbal ante el hartazgo, es aquello de lo que no se quiere ni hacer mención y que pareciera, sin serlo, que su sola pronunciación se ha convertido en un innoble atrevimiento.
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