La elección del domingo próximo no dejó mayores sorpresas durante sus 100 días de campaña. Ataques, promesas, guerra sucia, gastos por encima de lo que la ley permite, trampas e impunidad. Nada nuevo.
No obstante, dos factores irrumpieron en la vida política del país. Por un lado, la participación innegable de Televisa, que decidió construir un candidato desde su propio poder, y en respuesta el movimiento estudiantil #YoSoy132, que repudia la injerencia de esa televisora y lo que significa su candidato para el país, según ellos mismos han explicado.
Se podría decir que la televisora siempre ha tenido un candidato, pero esta vez decidió dar un paso más: lo construyó con todas las normas de calidad con las que se puede fabricar un producto con altas posibilidades de ser un éxito de mercado, pero no tuvieron en cuenta que había mucha gente, jóvenes una buena parte, que ya no compran los artículos que se ofrecen como maravilla en las pantallas.
Así, los chavos entendieron que esta vez tenían que sacudirse la dictadura de la televisión, abrieron un nuevo horizonte para la política de México y salieron a la calle a manifestar su parecer, para defender su futuro.
De cualquier forma, para la televisora, que se vio sorprendida en los primeros días de protesta de los chavos, luego decidió que era más importante tomar el poder y, cumplida esa misión, ya verían qué hacer con esa ola que de pronto amenazó con desbaratarlos.
Por ello se decidió hacer a un lado la fuerza de los jóvenes. Fue claro que los encuestadores, ligados a ciertos medios de comunicación, advirtieron que las protestas no movieron las encuestas, y de esa forma mandaron al diablo a quienes se oponen a sus designios.
Al momento de escribir esto, los jóvenes nutrían de manera contundente las filas del contingente que, rumbo al Zócalo, marchaban con la firme idea de apoyar un proyecto que les propone, cuando menos, la ventana por donde puede correr un aire nuevo para México. Eso es lo que exhibieron por todo el centro de la ciudad, y eran muchos, muchísimos, tantos que no cupieron en las imágenes de alguna televisora que se empeñaba en transmitir imágenes de un Zócalo medio lleno.
Pase lo que pase en la elección, un numeroso grupo de jóvenes se propone seguir en la vida política, fuera de la podredumbre de los partidos, con una propuesta diferente, trascendente, lejos de las tentaciones de la corrupción, y muy cerca del poder, pero para vigilarlo, para impedir la inagotable cadena de corrupción-impunidad que campea ahora en los círculos del poder.
Ya probaron los ataques de quienes dicen que están divididos, de quienes mirarán nada más desde su lente viejo y achacoso, que no permite ningún cambio; esos que buscan mantener el poder corrupto y de quienes se adhieren a él para tratar de conseguir sus favores. Pero el movimiento no se ha roto, continúa, y según nos han dicho, seguirá para poner fin, ahora o más adelante, a lo que pretende sepultar su futuro.
Sea como sea, los chavos ya están aquí, son parte de la vida política de México y merecen un lugar, como ellos quieran, para ejercer el derecho de construir lo suyo: el futuro de México.
De pasadita
Parece que a Miguel Ángel Mancera le han puesto la vara muy alta en eso de escoger bien a sus posibles próximos colaboradores. Esto porque López Obrador señaló, no hace mucho, que en su gabinete no cabrían, en caso de ganar, ni los parientes ni los amigos.
Lo que pasa es que en el círculo de amigos de Mancera, algunos hasta publicidad se hacen para tratar de afianzar un hueso en las filas del posible gobierno, pero tendrán que andar con cuidado, no sea que en caso de que llegue a la jefatura de Gobierno, el ex procurador opte por los más preparados, los mejores, y sin olvidarse de los amigos tenga como prioridad un buen gobierno.
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