Independientemente de las filiaciones o simpatías políticas, más aún, de la ideología, tenemos una realidad concreta como “dato duro”: los 70 años del PRI y los 12 del PAN en la presidencia de la república. Estos 82 años condensan la incapacidad de los responsables de los mismos, de haber llevado al país a un estadio donde se garantizara cuando menos un mínimo de justicia social y económica para la mayoría de los mexicanos. Por no hablar ya de violencia, corrupción, intolerancia, autoritarismo, corrupción, discriminación, signos indelebles de ese tramo del México “moderno”; marcas permanentes del fracaso de ese tiempo.
Y frente a ese dato de años, encontramos una tercera opción que aunque no ha gobernado al país, sí ha regido la ciudad de México desde 1997. La elección de Cuauhtémoc Cárdenas supuso un cambio en la manera de manejar la ciudad, siempre entregada hasta entonces a los “estilos” del PRI. Y aunque no todo ha sido hecho de la mejor manera posible, aunque ha tenido fallas en sus obras y en sus hombres y mujeres, lo que se ha llamado izquierda, ha gobernado el Distrito Federal con mejores resultados de lo que ha sido el resto del país.
No hay mejor prueba que la intención aproximada del voto en la ciudad: 70% para Miguel Ángel Mancera, 60% para Andrés Manuel López Obrador. Uno candidato y otro ex gobernante de la misma.
Naturalmente que esta abrumadora intención del voto no se explica solamente por alguna suerte de carisma irresistible de Mancera, quien hasta el momento de su selección como candidato había pasado prácticamente desapercibido y quien, por otra parte, representa algo inconcebible en algún otro estado del país, que un procurador de justicia sea candidato a gobernador.
Estas cifras significan tanto una negación, un rechazo al PRI y al PAN, como una aprobación, el fruto de 15 años, con todo y las críticas que pudieran establecerse, de los gobiernos de la llamada izquierda.
En este sentido, la ciudad de México se ha convertido en referente nacional. Hace poco tiempo todo mundo alertaba sobre el riesgo y la peligrosidad de visitarla o vivirla. Hoy, incluso gente próspera, ricos del sur y del norte del país que anteriormente emigraban hacia los Estados Unidos por temor de perder patrimonio y vida, se establecen en ella. Extraordinaria ciudad que ha visto un repunte desde el mismo aspecto visual, es decir el embellecimiento de la escenografía, la arquitectura, su naturaleza (cierto, el ambulantaje es un conflicto pendiente, pero lo es en todo el país), hasta un avance en las condiciones de vida y seguridad. Ha existido, sobre todo, una constante preocupación, una voluntad por construir un mejor lugar, con mejores condiciones humanas para vivir.
Del otro lado, en la candidatura presidencial, la propuesta de López Obrador es la única que plantea las posibilidades para un cambio hacia condiciones óptimas para los mexicanos en términos de justicia en los diferentes campos de la vida nacional. Y todo empieza con el planteamiento del combate a la hasta ahora permanente corrupción (para lo cual se ha incorporado a Manuel Clouthier, un símbolo de lo mejor del panismo en su apellido). Y se prosigue con un grupo de personas, propuesta de gabinete, de probada capacidad profesional e intelectual. La defensa del energético petrolero como fuente vital para estimular la producción, contrario a los candidatos que plantean su privatización, es otro elemento fundamental de esta propuesta.
Para simplificar, pues a estas alturas se han planteado ya desde todos los ángulos posibles los detalles, por lo anteriormente establecido, por lo que ya conocemos, y porque el PRI ya gobernó 70 años y porque el PAN ya gobernó 12 años y porque una tercera opción merece una oportunidad conscientemente elegida, mi voto el primero de julio de 2012 es para Miguel Ángel Mancera y Andrés Manuel López Obrador.
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