domingo, 20 de febrero de 2011

Se queda Cassez, regresa Aristegui, un patrón Federico Berrueto


El caso de la señora Florence Cassez, que ha provocado que la relación entre ambos países esté en su punto más bajo del que se tenga memoria, y el de la discutible salida y reincorporación de la periodista Carmen Aristegui en MVS sucedieron por las mismas razones: la contradictoria comunicación y la intervención de Los Pinos. ¿Estamos ante un Presidente voluble o incoherente?

Errático manejo. Febrero de 2011. Foto: Claudia Guadarrama
En fechas recientes, la Presidencia de la República ha estado bajo fuego por dos eventos con desencuentros y desenlaces adversos para el país. Estos hechos hacen evidente la conducción errática y contradictoria de la Presidencia; no todo se conoce, pero lo que está a la vista funda conclusiones negativas para el mandatario y su estrecho equipo de colaboradores, además, preocupantes por el torpe manejo de crisis menores que hacen se vuelvan mayores.

La relación con Francia se ha dañado de manera seria. Precipitarse en el juicio sobre el oportunismo electoral del presidente Sarkozy es ocioso. Lo que muchos acreditan al mandatario galo es lo mismo que no pocos dicen del presidente Calderón por el decreto que beneficia a las clases medias en materia fiscal, por la deducción del gasto escolar en ingresos gravables, lo que habrá de costar al fisco 20 mil millones de pesos.

La carta del presidente Calderón a su contraparte francesa del 6 de febrero de 2009 es evidencia de que el mandatario mexicano hizo cultivar la expectativa de que una vez que hubiera sentencia definitiva a Florence Cassez, se valoraría la extradición, cita: “una vez que la defensa de la señora Cassez Crepin agote los recursos que la ley mexicana le concede y en el caso de quedar firme una sentencia condenatoria, se podrá explorar la aplicabilidad del Convenio sobre Traslado de Personas Condenadas, adoptado en Estrasburgo, Francia, el 21 de marzo de 1983”.

La cancillería —presunta responsable del texto presidencial, redactado en tales términos por la inminente visita del presidente Sarkozy a México, a ocurrir un mes después— ha insistido que en el documento de referencia no hay compromiso presidencial de extradición. De hecho, en una carta presidencial de fecha 22 de julio se aclara que existen razones para no conceder la solicitud del gobierno francés sobre el traslado de la sentenciada. Ahora, la cancillería aclara lo que debió haberse previsto desde la primera epístola presidencial: que las reservas e interpretación que hace Francia al Convenio de Estrasburgo impiden el traslado, ya que no existen garantías jurídicas de que Florence Cassez cumpla su sentencia si regresa a su país.

El 9 de febrero revela que el presidente Calderón le dice a Sarkozy que sí es posible la extradición; el 22 de julio que no es así por la incompatibilidad entre los regímenes jurídicos y reglas para el cumplimiento de sentencias. Nada cambió en las leyes durante ese lapso, lo que existe es un cambio radical en la postura del presidente Calderón que en la diplomacia o en las relaciones personales se llama engaño. No está por demás señalar que las graves irregularidades públicas y documentadas sobre la detención y del proceso judicial a Florence Cassez fundan una conclusión adversa para la calidad de la justicia mexicana, tema socializado en Francia y que en el país, por chovinismo, se hace irrelevante.

¿Responsabilidad de la cancillería y de la oficina presidencial? ¿Un presidente voluble o incoherente? El hecho es que la relación entre ambos países está en su punto más bajo del que se tenga memoria. Su origen no es la sentencia de una persona inocente, sino la contradictoria comunicación presidencial.

Cierto es que el demonio de la inseguridad no da al Presidente muchas concesiones frente a sentenciados por secuestro. Precisamente por tal consideración debió haber consistencia y claridad en la postura presidencial. La carta del 9 de febrero fue una pifia monumental.

Carmen Aristegui regresa a su espacio en MVS. Una de las voces mejor informadas de los asuntos públicos, Antonio Navalón, señala a una oficina del Presidente como responsable de la presión que recibió la empresa, conducida por una de las familias con mayor respeto que hay en los medios y con acreditado sentido de dignidad, situación que llevó a la salida de la periodista (http://bit.ly/dNlfkr). Los hechos y el perfil de Aristegui y de los propietarios de MVS convalidan lo negado desde Los Pinos: la discutible salida y reincorporación de la periodista sucede por la misma razón, la intervención de la casa presidencial.

Nada hubiera de extraño o indebido en que la Presidencia hiciera un reclamo indignado, discreto o público, por el tratamiento que dio Aristegui a la salud del presidente Calderón y todo hubiera sido procesado sin llegar a extremos. Es obvio que hubo exceso y quizás intimidación, posiblemente oficiosa de un funcionario presidencial, como alude Antonio Navalón; el hecho es que Carmen regresa por la misma causa por la que renunció. Una vez más, la secuela para la Presidencia es negativa: la sospecha de que el gobierno utiliza las concesiones de radio y tv como instrumentos de presión política y la realidad de que hay un gobierno incapaz de hacer valer sus razones en temas fundamentales para la casa presidencial y para quien la ocupa.

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